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Entrevista:

"El atentado contra Pinochet fue casi perfecto"

El caso de Víctor Díaz, detenido bajo la acusación de haber tomado parte en el atentado contra el general Augusto Pinochet, muestra cómo la violencia de un régimen militar institucionalizado engendra inevitablemente respuestas armadas. Su padre, un antiguo dirigente comunista, fue detenido por los militares en 1976 y hecho desaparecer. Poco después, el joven se vio obligado a emigrar y denunció en múltiples foros internacionales la situación de su padre. Tras su regreso a Chile, participó en el intento de asesinar al dictador chileno. Un obispo chileno, Carlos Camus, ha declarado recientemente que jóvenes como Víctor Díaz han sido obligados a entrar en una guerra declarada por las fuerzas armadas. Detenido y torturado, lleva más de tres semanas en huelga de hambre. Ésta es su historia y éstas sus razones.

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Víctor Díaz Caro afirma que el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) sabía que un atentado contra el general Augusto Pinochet cambiaría el curso de los acontecimientos, tanto para Chile como para quienes participaron en él. Díaz reconoce que el FPMR sentenció a muerte a Pinochet y señala que el atentado fue "casi perfecto", porque a pesar de que no se cumplió el objetivo principal, se demostró la vulnerabilidad del dictador.Esta entrevista fue realizada a través de un cuestionario enviado al interior de la cárcel de Santiago en la que Díaz permanece detenido, junto a un grupo de compañeros. Junto a otros 11 miembros del FPMR, Díaz lleva más de tres semanas en huelga de hambre para protestar por los malos tratos a los que es sometido.

Pregunta. ¿Cuáles son las razones por las que atentaron contra el general Pinochet?

Respuesta. Razones hay muchas. Basta recordar el asesinato del presidente constitucional Salvador Allende, los campos de concentración, los detenidos desaparecidos, los últimos asesinatos, como el caso de los degollados, y tantos crímenes que han quedado impunes a pesar de estar identificados los culpables. Tampoco hay que olvidar la cesantía, la entrega del país a manos extranjeras y la constante aplicación de la doctrina de la seguridad nacional. Por todo esto, la dirección nacional del FPMR consideró justo el ajusticiamiento del tirano, haciendo suyo el clamor del pueblo chileno. Sabíamos que esa acción cambiaría el curso de los acontecimientos, fuese cual fuese el resultado. Se demostró al tirano la alta capacidad alcanzada por el pueblo en su autodefensa legítima. Se dejó en ridículo su aparato de seguridad. Pinochet comprobó que sus secuaces sólo sirven para masacrar gente indefensa. Cuando tienen que luchar de igual a igual contra el pueblo, fusil contra fusil, sólo atinan a esconderse, como ocurrió el día del atentado. Sirvió también para que la oposición, desperdigada, despertase de su letargo personalista y pensara en la unidad.

Una operación casi perfecta

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P. ¿Cómo fue su detención y la de sus compañeros?R. Se ha querido demostrar la alta capacidad de investigación de los organismos de seguridad. En sí, la operación militar contra Pinochet fue casi perfecta, y decimos casi porque el objetivo principal no se cumplió. En nuestra retirada burlamos los controles policiales y retornamos a nuestras casas. No hubo fallos. No es verdad que nos descubriesen después de una paciente investigación de huellas dactilares, como se ha dicho. Los organismos de seguridad llegaron a nosotros por un exceso de confianza; es decir, por errores nuestros cometidos en nuestro diario accionar. Algunos combatientes no velaron por cumplir todas las normas de seguridad, y es así como llegaron la madrugada del día 22 de octubre a la casa de Juan Moreno Ávila, Sacha. Mediante torturas consiguieron saber dónde realizábamos nuestra preparación física. Esa misma mañana fuimos detenidos los demás en el parque O'Higgins y trasladados a las oficinas de la Brigada Investigadora de Asaltos (BIA).

P. ¿Cuál fue el tratamiento que recibieron durante el período de incomunicación?

R. El tratamiento fue el que recibe todo detenido por un organismo de seguridad. Llegamos vendados y esposados para luego ser torturados. El método usado fue pau de arara o el corderito (colgamiento por manos y pies, quedando la persona boca abajo, siendo golpeada y balanceada mientras se le aplica electricidad). Se carecterizaron por el sadismo que utilizaron, incluso con las mujeres detenidas. Moreno Ávila fue detenido junto a su compañera, su madre, su hermana y su hija, de meses de edad. Dos días después, una vez hecha pública nuestra detención, el tratamiento cambió; se nos quitaron las vendas de los ojos y pudimos verles la cara a nuestros torturadores. Pudimos conversar con ellos, con la particularidad de que siempre trataron de justificarse diciendo que sólo cumplían órdenes.

P. ¿Qué opinión le merece la evolución judicial de su caso?

R. El mismo afectado nombró a un lacayo para que investigara lo que había ocurrido. Para nosotros es una aberración jurídica, pero para ellos, que detentan el poder, no lo es. Todo ha ido muy rápido, porque necesitaban publicidad.

P. ¿Qué piensan del poder judicial de este país?

R. Nuestra opinión es la misma que tiene todo el pueblo chileno. Mientras no se juzgue a los culpables de los detenidos desaparecidos, de los asesinatos de miles de compatriotas, no se puede creer en un poder judicial verdadero. En muchos casos de asesinatos, los culpables están identificados, pero no se les juzga. Hay un poder judicial no atado de manos, sino de conciencia; espero que piensen que nunca es tarde para hacer justicia. En mi caso personal, no volveré a creer en la justicia chilena hasta que se juzgue a los que detuvieron e hicieron desaparecer a mi padre y a miles de compañeros más.

P. ¿Cree que se busca con este juicio una condena ejemplar?

R. Pensamos que sí, pero a la vez sabemos que el pueblo y la historia están de nuestro lado. Sabemos que con nuestras muertes el camino de la libertad no se detiene. Lo más hermoso que podemos legar es el espíritu de sacrificio, audacia y valentía. Hemos logrado entender que el miedo a la muerte es peor que la muerte misma.

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