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Ramón Díaz Gómez,

Fletilla, pregonero de los carnavales de Cádiz, no pudo tomar, salvo por enchufe, café el pasado domingo. Bares y restaurantes de Cádiz coincidieron, en su mayoría, en no servirlo. Esta experiencia, inédita en los anales de la historia del turismo, dejó, tras la larga noche del carnaval, más somnolientos a gaditanos y foráneos. La razón de esta decisión, que se circunscribe tan sólo al pasado domingo, es bien simple: mucho lío, para tan poco negocio. Los camareros se limitaban a explicar al cliente que no había café, lo que suponía un largo peregrinar en busca del estimulante líquido. "Que si el plato, que si la cucharilla, el vasito de agua, la taza, y luego para tan poco dinero", se sinceraba uno de los camareros, en un Cádiz abarrotodo por los carnavales.

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