Hasenfus, el 'americano feo' desamparado
Anthony Earl, gobernador del Estado de Wisconsin, en el cual nace Eugene Hasenfus, es la única autoridad de ese país que ha mostrado preocupación por la suerte que corre este moderno aventurero, capturado en Nicaragua después de ser derribado el avión C-123, matrícula de EE UU, que transportaba material de guerra para los contras. El gobernador solicita al presidente Daniel Ortega la vuelta a casa de Hasenfus bajo el espíritu del hermanamiento entre el Wisconsin y Nicaragua, el cual se efectuó hace varios años, antes de la caída de la dictadura somocista. A pesar de los ruegos de su esposa y familiares, la Administración Reagan no quiere saber nada de quien se ha convertido en el protagonista del segundo acto de una negra comedia.Transcurrido el primero, con el nacimiento y hasta ahora virtual fracaso de la contra, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) se ha visto en la necesidad de utílizar a sus agentes y empresas para echar una mano a quienes, después de seis años y más de un centenar de millones de dólares, no han podido derribar por la fuerza al Gobierno nicaragüense. Esta segunda parte de la obra atañe directamente a las familias de EE UU, como igual antes les tocó protagonizar la guerra en Vietnam, aunque por ahora no parecen prenderse medallas sobre los pechos de sus hijos, dos de ellos compañeros de Hasenfus en los vuelos que desde El Salvador, atravesando el espacio aéreo de Costa Rica, incursionaban en territorio nicaragüense.
Alguna dosis de rigurosidad jurídica europea, que muy bien debe aplicarse en los dichosos países que no soportan agresiones imperiales, se intenta trasladar como islas de perfección en un mar de anormalidad y excepcionalidad. La dinámica debería funcionar al revés, puesto que se le pide a un Gobierno sometido a acciones terroristas -aprobadas y financiadas por la mayoría de los parlamentarios de EE UU- convencer de la injusticia de dichos actos con gestos que, en condiciones de paz, son indicio de apego a las normas jurídicas.
A Hasenfus le asisten todos sus derechos: defensor, juicio público,... en un país que es signatario del principio de la territorialidad del delito, contemplado en el Código de Bustamante, el cual reconocen más de 20 países de América, entre ellos EE UU. Los tribunales ante los cuales ha sido acusado Hasenfus nacen por decreto soberano y en base al principio antes referido. De no existir la situación que dio origen a esos tribunales, lógicamente serían los tribunales ordinarios los que le juzgarían.
La prueba de que el tercer acto de la comedia se acerca peligrosamente, algunos intentan arroparlo de un melodrama jurídico, que el fallo de la Corte Internacional de Justicia, que obliga a EE UU a cesar su agresión militar contra Nicaragua, lamentablemente no ha tenido.
Ruptura de relaciones
La Prensa centroamericana refleja los rumores de una ruptura diplomática próxima de EE UU con el Gobierno de Managua, a manera de liberarse de la presión moral a que le condiciona el fallo de La Haya y aprestarse al asalto final sobre quienes, como se suele decir ahora, numantinamente lo esperan. Sobre dicho episodio histórico buen porcentaje de nicaragüenses jamás han oído hablar. Pero de lo que sí saben es de la resistencia antiimperialista de J. Dolores Estrada en 1856, J. Santos Zelaya en 1909, Benjamín Zeledón en 1922, A. C. Sandino en 1934; ninguno de ellos comunista, simplemente defensores del concepto y status de soberanía, digna característica de las naciones que tienen conciencia de su identidad nacional.
La clase política conservadora en EE UU teme a la mayoría de edad latinoamericana, a los deseos de Panamá por administrar su canal, a las decisiones con respecto a la deuda externa en Perú, a políticas exteriores no alineadas como las de Argentina, a la búsqueda de soluciones genuinas, como la que impulsa Contadora, y al surgimiento de una revolución que quiere respaldarse de una Constitución, que es tildada de burguesa por los marxistas a la izquierda del Frente Sandinista y de izquierdizantemente moderada por la derecha.
No parecieran existir términos medios para una política imperial que es consciente de la urgente y necesaria soberanía que sólo procesos liberadores pueden dotar a un continente joven, deseoso de nuevas relaciones con la metrópoli, sin que éstas impliquen un coste que signifique la castración de sus identidades nacionales, sean éstas liberales, conservadoras, radicales, socialistas o progresistas, en los términos más generales. del concepto.
EE UU no se siente en Europa como en América Latina. Con distancia geográfica y desarrollo económico es muy fácil pedir moderación en los gestos, pero los mismos no pueden ser la pauta de una postura que se asume con la vecindad y el subdesarrollo histórico, tras un siglo de intervenciones, dictaduras hambre y demás resultados del América para los americanos.
Probable induito
En un país donde no existe la pena de muerte, Hasenfus seguramente no teme por su vida. Es muy probable que un indulto le devuelva a casa, concluyendo así un episodio que tal vez nunca imaginó, acostumbrado como es taba a salir airoso de otras aventuras similares en Vietnam.
Este gesto, que puede ser catalogado como de político, no servirá para cambiar en modo alguno la obcecación del presidente Reagan, que no ahorra esfuerzos por involucrar a otros, países de la zona en una comedia que puede terminar trágicamente en un conflicto bélico generalizado, que justificaría la definitiva intervención de tropas norteamericanas en Centroamérica.
Para los celosos de la rigurosidad y el apego a las normas jurídicas, sólo existe un pequeño país, agredido en contra de las más elementales normas del derecho internacional, olvidándose -consciente o inconscientemente- de otro muy grande y potente, para el que las leyes y el derecho son las reglas que le permiten organizar y financiar el terror, imponiendo por la fuerza el american way of life.
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