Seguridad nuclear

La paralización en caliente, es decir, sin dejar enfriar el reactor de uno de los grupos de la central nuclear de Ascó (Tarragona), ha reavivado la sensibilidad hacia la energía atómica, especialmente alerta desde la catástrofe de la central rusa de Chernobil ( ... ).Los expertos nucleares de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AlEA), reunidos en Viena, estudian un informe remitido por la Unión Soviética del que se desprende que el accidente de Chernobil fue debido, a un ensayo en el manejo del reactor en régimen de bajo rendimiento, para el que es necesario desconectar el s...

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La paralización en caliente, es decir, sin dejar enfriar el reactor de uno de los grupos de la central nuclear de Ascó (Tarragona), ha reavivado la sensibilidad hacia la energía atómica, especialmente alerta desde la catástrofe de la central rusa de Chernobil ( ... ).Los expertos nucleares de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AlEA), reunidos en Viena, estudian un informe remitido por la Unión Soviética del que se desprende que el accidente de Chernobil fue debido, a un ensayo en el manejo del reactor en régimen de bajo rendimiento, para el que es necesario desconectar el sistema de refrigeración de emergencia.

En aquellas condiciones, según el documento, es decir, sin refrigeración, se produjo una subida de tensión que originó el accidente. Sin refrigeración y sin la protección necesaria de hormigón, se produjo el incendio de la central y después el escape masivo de la radiación.

En el caso de Ascó, los parones esponden a la necesidad de verificar si los sistemas de seguridad funcionan adecuadamente. La millión específica de los complicados superpuestos mecanismos de seguridad consiste en que se disparen cuando se llega a las condiciones previamente establecidas, que es que ha ocurrido.

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No obstante, la central nuclear de Ascó tiene bien ganada fama de en la más problemática de cuantas operan en España. La avería registrada el pasado día 23 es la última de una larga y preocupante serie que ha hecho volver hacia la los ojos intranquilos de la población.

Puede que no haya, en este caso, motivo para la alarma, pero es necesario, para que la duda sea sustituida por la certeza, que los responsables de Ascó den convinentes pruebas de garantía. La opinión pública tiene el derecho -que en esta ocasión es una necesidad- de conocer bien a las claras por qué se han producido tantos fallos, qué previsión existe de nuevas deficiencias y qué riesgos entraña todo ello.

Ascó no es Chernobil, por supuesto. Pero para que todo el mundo lo crea así, ahora hace falta demostrarlo con una investigación a fondo, serena, sin las prisas a que podría inducir la pérdida de 100 millones que originaría la situación de paro de la central.

28 de agosto

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