Seguridad nuclear

Una serie de novedades relacionadas con la central nuclear de Ascó II (Tarragona) llegan, de manera, demasiado confusa, a conocimiento de los españoles. Primero se habló de un fallo. Después, de incorrecto funcionamiento en el mecanismo de seguridad y que el Consejo de Seguridad Nuclear había dispuesto la parada al modo 4, porque en caso de fuga de radiactividad que contaminase el circuito secundario, ésta hubiera podido salir al exterior.Todo ello prueba, en principio que el conjunto de medidas que se deben adoptar para que el sistema nuclear español genere electricidad sin riesgo, fun...

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Una serie de novedades relacionadas con la central nuclear de Ascó II (Tarragona) llegan, de manera, demasiado confusa, a conocimiento de los españoles. Primero se habló de un fallo. Después, de incorrecto funcionamiento en el mecanismo de seguridad y que el Consejo de Seguridad Nuclear había dispuesto la parada al modo 4, porque en caso de fuga de radiactividad que contaminase el circuito secundario, ésta hubiera podido salir al exterior.Todo ello prueba, en principio que el conjunto de medidas que se deben adoptar para que el sistema nuclear español genere electricidad sin riesgo, funciona. Sin embargo, lo que hace un año se consideraría adecuado, tras la catástrofe de Chernobil no lo es. El motivo fundamental, que precisamente está latente tras la petición de una reunión del Consejo Comarcal de Protección Civil solicitada por el alcalde de Flix, es que la población no sólo precisa estar protegida, sino que debe sentirse segura.

La difusión de los partidos verdes o la asunción de sus tesis por diversos partidos de izquierda, sobre todo por los socialistas, sirve para mantener muy viva esta preocupación, primero en Francia, después en España, y ahora mismo, como ha mostrado el congreso del SPD de Nuremberg, en Alemania Occidental. Pero todo esto ha pasado a agravarse de modo decisivo con lo ocurrido en Chernobil. Se ha comprobado que, en un tipo de reactor habitual, como consecuencia de una pirámide de fallos humanos poco corrientes, pero posible sobre todo con el ambiente cultural de la Unión Soviética, y dentro de la falta de control de la opinión pública que reina en ese país, aparte de defectos de construcción que habían sido denunciados más de una vez, se provocó una situación explosiva. Esta originó muertes inmediatas, amenazas indudables y persistentes sobre multitud de personas, y ruinas agrícolas notables tanto en la Unión Soviética como más allá de sus fronteras, de Suecia a Italia, para combatir las consecuencias de las llamadas lluvias radiactivas. Este auténtico síndrome de Chernobil ha pasado a reinar en amplias capas de la población cercana a los reactores.

Aparte de esto, debe quedar claro que la energía de origen nuclear es algo absolutamente preciso para que la economía occidental pueda funcionar, y esto es igualmente cierto para la economía española. Gracias a ella pudo superarse con cierta facilidad el terrible trauma de los dos sucesivos choques petrolíferos; con ella es posible eliminar dos consecuencias ineludibles en el mundo moderno: se concluyen los yacimientos de carbón y, además, los embalses hidroeléctricos tienen un fin.

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29 de agosto

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