Los caros recuerdos de los Beatles

20 años después de su último concierto, Sotheby's subasta objetos relacionados con el grupo

Doscientas mil pesetas por una chaquetade cuero usada por John Lennon. Setecientas veinte mil por la primera guitarra que cayó en las manos de George Harrison, que costó originalrriente tres libras. Los objetos no tocados por los Beatles tuvieron menos suerte en la subasta celebrada, en la sede londinense de Shotheby's el pasado jueves: un cartel original de la película Yellow submarine fue adjudicado por el equivalente de 20.000 pesetas, mientras que una lata de polvos de talco con la imagen de The Fab Four (Los Cuatro Fabulosos) era adquirida por 14.400 pesetas. En estos asuntos prima...

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Doscientas mil pesetas por una chaquetade cuero usada por John Lennon. Setecientas veinte mil por la primera guitarra que cayó en las manos de George Harrison, que costó originalrriente tres libras. Los objetos no tocados por los Beatles tuvieron menos suerte en la subasta celebrada, en la sede londinense de Shotheby's el pasado jueves: un cartel original de la película Yellow submarine fue adjudicado por el equivalente de 20.000 pesetas, mientras que una lata de polvos de talco con la imagen de The Fab Four (Los Cuatro Fabulosos) era adquirida por 14.400 pesetas. En estos asuntos prima el valor decorativo: tres casetes de 90 minutos, conteniendo declaraciones del difunto John Lennon, no encontraron comprador, aunque el precio (20.000 libras) era un elemento bastante disuasorio. Por un par de días, la subasta celebrada. en los salones londinenses de la empresa Sotheby's no coincidió con el vigésimo aniversario de su último concierto oficial. El 29 de agosto de 1966, se despedían con una multitudinaria aparición en el Candlestick Park, de San Francisco. Fue perfecto: al año siguiente, la ciudad californiana se convertía en la capital mundial de la contracultura juvenil, desencadenando vientos de cambio.Nadie creyó que aquello fuerauna verdadera retirada de los escenarios. Solamente los Beatles y sus allegados sabían el precio de aquellas giras desquiciadas: obligados a atrincherarse en hoteles de lujo, sitiados por sus seguidoras, presentados en los salones de la alta sociedad (en Filipinas, hubo un desagradable incidente al rechazar una invitación de Imelda Marcos) como monstruos peludos, sin el consuelo de tocar a gusto, ante públicos que enloquecían con su mera presencia y apagaban el sonido del, escenario. Según Lennon, "aquello era irreal y tan desagradable que la única forma de soportarlo era emborrachándose y desarrollando una agresividad que nos acercaba a la locura".

El último concierto

La decisión tuvo efectos positivos y negativos. Así pudieron explorar las ideas que bullían en sus cabezas, creando grabaciones deslumbrantes. Al mismo tiempo, el concepto de-grupo compacto se.deshacía: el doble disco de 1968, conocido como el álbum blanco, presenta a cuatro personalidades diferentes que interpretan sus respectivas canciones con amigos y conocidos. Ellos mismos eran conscientes de la descomposición del cuarteto: en un intento de recomponer el espíritu inicial, Paul McCartney propuso la vuelta al directo; sus compañeros rechazaron la idea y únicamente accedieron a tocar en el tejado del edificio del grupo en Londres. Era el 30 de enero de 1969: los Beatles, reforzados por el organista Billy Pres ton, tocaron para sus vecinos y los peatones que circulaban por Savile Row; iba a ser el momento culinilinante de un documental que se rodaba sobre el grupo, y las cámaras captaron el momento en que unos policías, ignorantes de la significación histórica de aquel enojoso ruido, interrumpían el recital.

En los años setenta abundaron las ofertas millonarias para reunir a los cuatro sobre un escenario llabía muchas llagas abiertas y no cedieron a la tentación de la nostalgia o el dinero fácil. Tras la muerte de John, siguieron las presiones, planteándose incluso que Julian Lennon reemplazara a su padre. No han picado, aunque algunos promotores se apoyan en coartadas benéficas. Paul McCartney tiene su propia carrera triunfal como solista, George Harrison se dedica a la producción de películas (entre otras, las de los cómicos Monty Python) y Ringo Starr vive de las rentas sin remordimientos.

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