Un hoy para el mañana
El cambio que se está produciendo en España se ha materializado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en una profunda transformación de sus estructuras como consecuencia de la clarificación de sus objetivos con el fin de lograr que esta institución se acomode a la modernización del país y a la competitiva dinámica mundial de la investigación científica y técnica.Como en otros casos de nuestra historia reciente, la situación de partida no era la más adecuada para esa tarea. En los años setenta, él CSIC se debatía en una fuerte crisis, resultado de un proceso de decadencia en el que tanto el abandono de los poderes públicos como su propia inercia y aislamiento de la sociedad parecían señalar un punto final; carecía de medios materiales, sus estructuras eran obsoletas, la plantilla envejecía y había una gran dispersión de objetivos, evidenciada por la proliferación de proyectos de investigación y el arbitrario número y tamaño de sus centros.
En estas condiciones, y a partir de un proceso de autocrítica, pudo surgir en 1978 un reglamento que modificó el funcionamiento del Consejo y que, con la adopción de un sistema de programación plurianual de la investigación, permitió reformas posteriores que han vitalizado la institución, reorganizando y potenciando su gestión científica y administrativa. Se necesitaba, a la vez, racionalizar la situación de numerosos centros a los que la dispersión de objetivos y la falta de perspectiva hacía poco eficientes y difícilmente gobernables.
De 1983 a la mitad de 1986 se ha pasado de los 185 centros entonces existentes a los 80 actuales, entre los que se incluyen nueve de reciente creación. Asimismo se ha pasado de 700 proyectos en la programación de 1982-1984 a 260 en la de 1985-1987. Por otra parte, la acción del Gobierno ha permitido, en los dos últimos años, que los recursos de personal investigador hayan crecido en un 30%, que casi se haya doblado el presupuesto total desde 1983 y que se pueda abordar un ambicioso plan de equipamiento de laboratorios. El CSIC actual, con menos de la sexta parte de lo que gasta el Estado en investigación y desarrollo, produce casi el 30%. de la investigación española.
Para un aprovechamiento más racional de los recursos humanos materiales, y para incrementar la creatividad, es normal asociarse; más aún en un sistema investigador débil como es el español. Por ello se ha potenciado la cooperación con otros organismos y empresas, tanto nacionales como extranjeros, y con los Gobiernos de las comunidades autónomas, con 12 de los cuales se han firmado acuerdos de cooperación institucional que están dando ya sus primeros frutos. Mención especial merece el caso de las universidades. Con 30 de ellas existen convenios-marco de colaboración que permiten desde el intercambio de personal hasta la creación y mantenimiento de centros mixtos, pasando por el trabajo conjunto en proyectos de investigación.
El CSIC ha evolucionado favorablemente y, por dar un ejemplo relevante, la investigación contratada y la generación de recursos propios en general han crecido fuertemente, pasándose, en paralelo, de una tasa de autofinanciación cercana al 7% en 1982 al 16% en 1985, con una estimación del 20% para 1986. También puede destacarse el esfuerzo realizado por interactuar más estrechamente con la sociedad, modernizando el servicio de publicaciones, transformando el gabinete de prensa, impulsando la renovación de la Residencia de Estudiantes y propiciando una mejor integración de la ciencia en nuestra cultura: los medios de comunicación son testigos de lo hecho conjuntamente entre nuestros investigadores y los profesionales de la información.
El Consejo aporta muchos resultados de investigación básica, junto con otros de carácter dirigido o aplicado, predominando los segundos sobre los primeros en una proporción de dos a uno. En cualquier caso, con medidas como el programa especial PROA, de reforzamiento de la investigación aplicada en la programación de 1985 a 1987, se está intentando, en colaboración con el CDTI, la transferencia de tecnología hacia los sectores industriales; se trata de un objetivo esencial, tanto para estar a la altura de la Europa de la que somos parte como para ofrecer una rentabilidad a largo, medio y corto plazo a la sociedad que nos mantiene.
El Consejo se configura hoy como un organismo multisectorial dotado de unidad de objetivos y con una organización flexible y cooperativa que, provista de un aparato de gestión administrativa lo más eficaz posible, produce una investigación científica y técnica crecientemente aceptada, tanto por las empresas (públicas y privadas) como por los fondos financiadores (CAICYT, en primer lugar; fondos de las comunidades autónomas, fundaciones, fondos de la Comunidad Europea, recientemente), es decir, por los compradores de investigación.
Aunque lo que queda por hacer supera a lo ya hecho, el CSIC está en disposición de asumir el papel que en el sistema ciencia-tecnología-industria se le asigne. Los esfuerzos realizados han permitido poner la casa en orden y aumentar la moral del organismo; en lo sucesivo, ello le permitirá acomodarse a las líneas que marque el plan nacional, verdadera piedra angular de la reciente ley para la investigación, mediante un nuevo modelo organizativo que por mandato de la misma deberá reglamentar el Gobierno.
A través de su inserción en el plan, el CSIC deberá reorientar una parte importante de sus actividades, asumiendo la participación que le corresponda en los diferentes programas del mismo y adoptando una estrategia de actuación global para los próximos -y decisivos- años noventa. En este sentido, puede desempeñar un importante papel en la necesaria transformación de nuestro sistema investigador en un verdadero sistema ciencia-tecnología-industria, en el que se dé una alta participación del sector privado, como sucede en los países más avanzados de la OCDE. La revitalización de empresas que explotan patentes o resultados del CSIC, la creación en 1985 de la Oficina de Valorización de Tecnología del CSIC, la puesta en marcha de nuevas empresas para transferir la tecnología-CSIC o cumplir objetivos de investigación y desarrollo de interés nacional son metas inmediatas a compartir con otras entidades, privadas o públicas.
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