Arte añejo, esplendor y patetismo Cumbre flamenca: solera viva

La añoranza del flamenco aftejo, antiguo, puede llevarnos a espejismos. Pensamos qué todo lo de antes tiene un valor, y volvemos la mirada con respeto a los viejos, depositarios de lo auténtico y lo puro.Llevar esto al espectáculo, con toda su enorme carga de emotividad, implica un riesgo considerable: descubrir que la memoria puede engañarnos, que no todo lo viejo tiene interés por

De todo esto hubo, junto a ráfagas de arte verdaderarnente

excepcional, en el progrooma que estamos comentando. La Zambra de Granada ya se sabe que es un mundo aparte. Está cada por su dedicaci...

La añoranza del flamenco aftejo, antiguo, puede llevarnos a espejismos. Pensamos qué todo lo de antes tiene un valor, y volvemos la mirada con respeto a los viejos, depositarios de lo auténtico y lo puro.Llevar esto al espectáculo, con toda su enorme carga de emotividad, implica un riesgo considerable: descubrir que la memoria puede engañarnos, que no todo lo viejo tiene interés por

De todo esto hubo, junto a ráfagas de arte verdaderarnente

excepcional, en el progrooma que estamos comentando. La Zambra de Granada ya se sabe que es un mundo aparte. Está cada por su dedicación casi ex clusiva al espectáculo. También los géneros genuinamente granadinos se despegan bas tante del contexto flamenco, pues suelen ser corales y próximos al folclor, aunque hay un fandango abandolao muy valiente, del Albaicín, y unos tangos propios, llamados del camino y de los merengazos, que son bastante flamencos.

Lo de Triana Pura me parece más digno de rescate. En primer lugar, el personal no es tan valetudinario y se halla en me jores condiciones físicas. Está la presencia inefable de Tragapanes, de 78 años, última reliquia de aquella familia trianera de cantaores y toreros, los Cagancho, creadores de un cante por martinetes fabuloso. Cante que hizo Tragapanes de forma emocionante dentro de la limitación de sus facultades, como la soleá de La Moreno.