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ATENTADO EN EL AIRE

Ningún tripulante se percató de que cuatro pasajeros habían caído al vacío tras la explosión

Ángeles Espinosa

Ninguno de los miembros de la tripulación del Boeing 727 de la compañía aérea norteamericana Trans World Airlines (TWA) a bordo del cual estalló el miércoles una bomba se percató de que cuatro pasajeros habían caído del aparato por el agujero provocado por la explosión, según declararon ayer en una conferencia de prensa celebrada en Atenas. El capitán de la tripulación del vuelo 840 procedente de Roma, Richard Peterson, de 55 años, dijo que inicialmente pensó que había estallado una ventana, por los ruidos de vidrios rotos que se oyeron.

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El capitán, para quien el suceso del miércoles fue el primer incidente grave que sufre en 30 años de carrera, dijo que los pasajeros reaccionaron con bastante serenidad tras la explosión y que hubo algunos gritos, pero no escenas de histeria. Peterson afirmó que encendió las luces de la cabina y que inmediatamente las azafatas comenzaron a acomodar a los pasajeros, quienes se colocaron las máscaras de oxígeno.Además de Peterson, intervinieron en la conferencia de prensa el copiloto, Kenneth Agosti, el asistente de vuelo Luciano Rudocavachi, el ingeniero de vuelo, la jefa de azafatas Katherine Erickson, las azafatas Karen Cavanaugh (de 24 años de edad y con 18 días de vuelo) y Cindy Purdy (de 21 añosde edad y sólo tres semanas de vuelo). Purdy era la que se encontraba más cerca del lugar de la explosión.

Las azafatas aseguraron que procedieron a revisar los salvavidas que iban debajo de los asientos, aunque esa revisión fue visual. Este dato cobró importancia al confirmarse ayer que la bomba que estalló en el aparato fue colocada en la cabina de pasajeros por una persona que descendió, en una de las escalas del vuelo, y no en la bodega de equipajes, como se informó inicialmente. Un agujero en el suelo dio la pista sobre la localización del artefacto. La tripulación declaró asimismo que un médico que viajaba en la parte delantera del avión comenzó a atender a los heridos, tras los primeros momentos de confusión.

De acuerdo con las informaciones facilitadas por el portavoz de la TWA, el mismo jueves llegó a Atenas un equipo de ocho personas del Buró Federal de Investigación (FBI) norteamericano y otro con el mismo número de miembros de la Agencia Federal de Aviación de EE UU. Además, participa en las investigaciones la policía griega. Fuentes de la compañía anunciaron que la TWA conceló sus vuelos de Atenas hasta el próximo domingo.

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Antes de la celebración de la conferencia de prensa -que inicialmente había sido suspendida por indicación de las autoridades-, algunos periodistas -entre ellos esta enviada especial- tuvieron ocasión de conversar durante unos minutos con el piloto del aparato, el capitán Richard Peterson. Éste aparecía cansado -"sólo he dormido cuatro horas", dijo-, pero más distendido que la víspera y contento de estar vivo.

Una familia

Peterson mantuvo los nervios bien templados cuando, 10 minutos antes de la hora prevista para el aterrizaje en Atenas, una súbita explosión en la cabina del pasaje provocó la descompresión del aparato. El avión se encontraba entonces a 4.500 metros de altura. Cuatro personas fueron absorbidas desde el exterior por la diferencia de presión. Las víctimas fueron un norteamericano de origen colombiano, Alberto Ospina, de 39 años, y tres mujeres: María Klug Stylian, de 25 años, su hija de 18 meses, Dimitra, ambas norteamericanas de origen griego, y Dimitra Stylianopulos, de 52 años, madre de la primera, griega de nacionalidad.Los cuerpos de las tres fueron hallados a cuatro kilómetros al noreste de la ciudad de Argos, mientras que el cadáver del hombre estaba a un kilómetro de distancia de los otros tres. La pequeña no presentaba ningún rastro de haber sido afectada por la explosión -tenía aún sus zapatos puestos-, pero los cuerpos de las otras víctimas tenían importantes mutilaciones.

El capitán, que en ese momento ignoraba lo sucedido a bordo, inició rápidamente el descenso y advirtió a la torre de control del aeropuerto de Atenas que necesitaba realizar un aterrizaje de emergencia.

El avión había despegado del aeropuerto de la capital egipcia El Cairo, a las 5.45 de la mañana (hora peninsular española). Llegó a Atenas a las 8.45 y despegó de nuevo con destino a Rama a las, 9.35. Tras llegar al aeropuerto de Fiumicino a las 10.30, despegó de nuevo a las 11.45 con destino a Atenas, donde tenía prevista la llegada a las 13.40. Peterson, que llevaba tres meses de destino en Atenas y cubre la ruta El Cairo-Atenas-Roma-Atenas-El Cairo, declaró que pensaba seguir volando en ella.

En el aparato viajaban 124 personas: 114 pasajeros, la mayoría de ellos norteamericanos procedentes de otro vuelo que llegó a Roma desde Nueva York unos minutos antes de la salida del vuelo 480 de TWA, y 10 tripulantes. Tres de los tripulantes viajaban en situación, es decir, francos de servicio, para sustituir a sus compañeros a su llegada a El Cairo. Uno de ellos era el también piloto Dennis Taylor, quien durante los 15 minutos que duró la maniobra de aproximación a Atenas y el aterrizaje de emergencia comunicó a Peterson su evaluación de los daños.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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