Historia de una marginación

Para el articulista, los niños españoles con problemas de salud mental carecen de las necesarias atenciones, ya que se les acostumbra a encasillar en el cajón de sastre de la subnormalidad o las caracteropatías, cuando en realidad padecen un amplio abanico de trastornos que deben ser tratados específicamente

Es manifiesto el abandono y marginación en que tiene la Administración la atención psiquiátrica en general y más en particular la infantil y juvenil. El niño que presenta algún trastorno psíquico se encuentra en el abandono asistencial más dramático haciendo aún realidad, 70 años de...

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Para el articulista, los niños españoles con problemas de salud mental carecen de las necesarias atenciones, ya que se les acostumbra a encasillar en el cajón de sastre de la subnormalidad o las caracteropatías, cuando en realidad padecen un amplio abanico de trastornos que deben ser tratados específicamente

Es manifiesto el abandono y marginación en que tiene la Administración la atención psiquiátrica en general y más en particular la infantil y juvenil. El niño que presenta algún trastorno psíquico se encuentra en el abandono asistencial más dramático haciendo aún realidad, 70 años después, lo que el doctor Jaime Vera escribía en El Liberal en 1916: "En España nada hay especialmente organizado para defender de su propio mal a los niños locos ni para defender a la sociedad de las consecuencias de tal abandono...".Es frecuente pensar que el niño no tiene problemas mentales, a lo más, problemas o trastornos de herencia, genéticos o educativos. Así, todo niño que presentaba una anomalía psíquica se le catalogaba, hasta fechas no lejanas, dentro del amplio cajón de sastre de la subnormalidad o bien de las caracteropatías. El primero terminaba en los centros de subnormales; el segundo, en los reformatorios; uno y otro, equivalentes del manicomio y la cárcel en los adultos.

Paulatinamente, los conocimientos de la psicopatología infantil, así como la mayor atención y preocupación por los problemas infantiles, han mostrado el amplio cortejo de trastornos y patología que el niño sufre y que: venían siendo desconocidos o confundidos con otras anomalías. Este es el caso del autismo, psicosis, depresión, fobías, ansied, neurosis o... el suicidio.

Una mentalidad adultomórfica hace del niño un ser inocente, angelical, cándido, que vive en un mundo rosa y maravilloso. La evidencia de una realidad muy distinta nos muestra cómo el niño sufre y goza, se exalta y se deprime, siente y padece; en una palabra, se interroga sobre los temas propios a toda existencia: el amor, el sexo y la muerte. En su existir se manifiesta la problemática propia a su ser, mostrándose en el niño, en lo específico de su edad, medio y desarrollo evolutivo.

Es como si una sociedad que destila su propia excrecencia no quisiera verse reflejada en el espejo que le remite su cínica pureza. El niño no se le puede pensar loco, todo lo más, desviado educativamente. El derecho al desvarío es uno más de los atributos del adulto. En el niño, a lo mismo, se le llama subnormal, o es destinado a los lugares especiales donde se alimentan y recrean los circuitos de marginación y debilitación, beatíficamente bendecidos por lo pedagógico, lo psíquico y la caridad.

En nuestro país apenas existen equipos de salud mental que aborden la problemática psíquica del niño y del adolescente. Hay algunos -pocos- centros de orientación y diagnóstico; otros de rehabilitación; algunos servicios de paidopsiquiatría en pocos hospitales pediátricos o generales y cuatro grandes manicomios estatales dependientes del AISN en vías de transferencias a sus autonomías, así como otros escasos servicios públicos o privados.

Puede resumirse la situación actual de la asistencia en salud metal infantil con las siguientes características:

1. Recursos precarios en medios y personal, apenas existentes, servicios asistenciales públicos, los cuales están:

- Dispersos y no territorializados o zonificados.

- Dependientes de múltiples administraciones; incoordinados y desintegrados en sus actuaciones.

- De carácter asilar o manicomial, desfasados y obsoletos en su funcionamiento.

2. No existen -salvo excepciones mínimas- programas de formación pre y posgrado en salud mental infantil.

3. No existen ni investigación, ni estudios epidermológicos, ni registro de, datos mínimamente fiables.

En conclusión, penuria y abandono dominan el panorama asistencial, existiendo escasísimos servicios donde se preste atención al niño. Cabe destacar que algunas autonomías han creado recientemente equipos de salud mental zonificados, con programas específicos de salud mental infantil-juvenil (caso de Asturias, por ejemplo). Asimismo, el propio Ministerio de Sanidad presentó en junio del pasado año el Informe para la reforma psiquiátrica, donde se reconoce y prevé la atención en salud mental infantil, proyecto que esperemos no se quede una vez más en meras promesas.Cuestiones debatidas

Un gran número de profesionales y ciertas asociaciones científicas que trabajan en salud mental infantil recogen una serie de puntos que se debatieron en dichas jornadas y que resumirían la planificación en este campo:

1. Una atención al niño que integre los aspectos biopsicosociales.

2. Territorialización o zonificación de la asistencia que posibilite atender al niño, y su medio, así como la continuidad asistencial.

3. Integrado en el área sanitaria y en los planes de salud mental sin crearse redes paralelas independientes y descoordinadas.

4. Integral, en el sentido de no separar en las actuaciones en salud mental las tareas de prevención, diagnóstico, tratamiento, seguimiento, etcétera, así como lo intra y extrahospitalario, priorizando y potenciando la atención en el medio de vida del niño.

5. Coordinación y actuaciones interdisciplinarias con las demás áreas de vida del niño en la propia zona o comarca (escuela, Servicios sociales, pediatras, etcétera).

Estos puntos, así como otras reflexiones abiertas a debate, sobre composición del equipo, formación, investigación, etcétera, son la base de discusión y puesta en marcha de una tan necesaria atención en salud mental infantil y juvenil que confiamos pueda hacer realidad el derecho del niño a la salud, tal como viene definido por la IMS: pleno bienestar fíisico, mental y social. Esperemos no tener que repetir lo que Jaime Vera escribía en 1916: "En España nada hay organizado para defender de su propio mal a los niños locos..." "... la ruindad y apatía tiene sus fórmulas: las circunstancias no son propicias, hay cosas más importantes, no hay un duro para eso..." "... los que nos estremecemos a diario entre el dolor de los niños locos no abandonamos la lucha ni en las circunstancias más adversas y perversas. Ni dejamos de esperar la simpatía y el auxilio de los espíritus animosos, estén éstos mezclados en la masa nacional, en las alturas de la ciencia, del arte, de la Administración pública o del poder..." (El Liberal, 21 de febrero de 1916).

es psiquiatra infantil y miembro de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.

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