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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Suecia, después de Palme

HAN TRANSCURRIDO apenas 72 horas desde que ocurriera el crimen que, en una avenida central de Estocolmo, costó la vida a Olof Palme nada se puede especular con fundamento sobre los móviles del atentado. Palme ha sido la figura de la política sueca contemporánea que ha tenido una mayor proyección a nivel europeo y mundial. Gracias a su inteligencia y dinamismo Suecia se ha convertido en los últimos tiempos en factor importante de la política internacional. Lo que Suecia pensaba, lo que proponía en cuestiones de desarme o de relaciones con el Tercer Mundo, encontraba un apoyo amplio en la opinión pública de numerosos países. La muerte de Palme deja un gran vacío en la vida pública de su país tanto como en la escena política europea y mundial, como ya tuvimos ocasión de señalar en el editorial publicado en las últimas ediciones del pasado sábado.Palme era un representante típico, y a la vez un renovador, de la rica tradición de la socialdemocracia sueca. El Partido Socialdemócrata, fundado en 1889 con una fuerte matriz obrera y sindical, accedió al poder en Estocolmo en 1932, y, durante 44 años, hasta 1976, solo o en coalición, se puede decir que ha dirigido el país. Esa larga permanencia en el poder ha conformado el modelo sueco de Estado de bienestar, que ha ejercido una atracción indudable sobre los partidos socialistas y progresistas del resto de Europa. Esa larga política de poder del socialismo sueco ha sido decisiva para dotar, a la sociedad de un alto nivel de vida, con sistemas de educación y sanidad envidiables. A Olof Palme le correspondió incorporar a esa tradición el impacto de los nuevos problemas sociales que se han manifestado en nuestro continente, sobre todo a partir de los años sesenta.

Alejado del poder en 1976, Palme triunfó en 1982, y en las elecciones generales de septiembre del año pasado los socialdemócratas conservaron el poder en condiciones adversas. La obsesión de Palme en esta nueva etapa era demostrar que la socialdemocracia no sólo era capaz de distribuir mejor los frutos de una economía próspera, sino de encontrar para la crisis económica -en el marco de una economía mixta y de una democracia parlamentaria- soluciones progresistas que aliviasen sus consecuencias para las capas más humildes de la población. Ha obtenido en este orden éxitos importantes, pero tenía que hacer frente tanto al ataque de la derecha como a las incomprensiones de un sector del sindicato encerrado en actitudes reivindicativas y corporativistas.

Su personalidad ha contribuido asimismo a dar a la tradicional neutralidad de Suecia un contenido más dinámico de lo que había sido en épocas anteriores. Interpretaba la neutralidad como radicalmente contraria a la pasividad o a la timidez. Partiendo de una situación particular, al estar fuera de los bloques militares, Suecia se colocó en posiciones de vanguardia en dos cuestiones decisivas: El desarme y la prohibición de las armas nucleares, de un lado, y la solidaridad con el Tercer Mundo y la necesidad de superar la tremenda desigualdad en las relaciones Norte-Sur, por otro. El prestigio internacional de Palme se debe en no escasa medida a que ha sabido hablar con claridad a las dos superpotencias: a la URSS, sobre todo cuando. sumergibles soviéticos han violado el espacio naval sueco, o en el momento de la invasión de Afganistán. De la misma forma, sus críticas a la política norteamericana han sido enérgicas en la cuestión de Nicaragua y en el problema del desarme. Al lado de jefes de Estado del Tercer Mundo, como los de Argentina, México y la India, se dirigió a la URSS y a Estados Unidos pidiendo la supresión del arma nuclear. Estaba convencido de que la lucha por el desarme no se podía limitar a las negociaciones entre Gobiernos; confiaba en la presión de la opinión pública, y por eso estuvo él personalmente en la calle manifestándose contra las armas nucleares.

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Su decisión de incorporar a Suecia al proyecto de investigación espacial europeo Eureka es sumamente significativa; estaba convencido de que Europa necesita desempeñar un papel propio en la vida internacional y de que tiene que dotarse para ello de los medios tecnológicos más avanzados. Palme ha sabido aunar en sus concepciones y en su estilo político el realismo de la necesidad con el idealismo inherente a toda política progresista. Ahora el pueblo sueco, y en particular los socialistas, tienen que encontrar la persona capaz de llenar el vacío dejado por él. La posición de conciencia moral del mundo desarrollado que el Gobierno de Estocolmo ha alcanzado en los últimos años es un bien ganancial para Suecia, en gran medida debido a la acción de Palme, que cualquier sucesor, tanto en la socialdemocracia como en la oposición, debería tener el máximo interés en preservar.

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