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Tribuna
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Encuentro en Bommersvik

A mediados de noviembre de 1985 tuve ocasión de encabezar la delegación de la Unión General de Trabajadores a la conferencia sobre los problemas y las alternativas que puede plantear en la hora actual el movimiento socialista de Europa. La conferencia, organizada por el SAMAK (Arbetarrörelsens Nordiska Samarbetskommitté, Comité de Coordinación de los Sindicatos Nórdicos), reunió, en torno al concepto de El movimiento obrero y Europa, a representantes de todos los partidos y sindicatos socialistas y socialdemócratas unidos por un ideal común en esta hora difícil.El encuentro se desarrolló en las maravillosas instalaciones que los sindicatos suecos tienen en Bommersvik, al sur de Estocolmo, y fue revelador de que el pensamiento socialista, el ideario socialista, tiene hoy la misma pujanza que la que le llevó a configurar la Europa que hoy conocemos. Y allí fue la última oportunidad que tuve de gozar de la compañía de Palme.

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Creo que no añadiré nada nuevo a lo que se diga sobre esta excepcional persona si me refiero a su proverbial amabilidad, a la especial gentileza que tuvo para con los representantes españoles y portugueses, a su enorme autoridad moral para hablar de la paz y del respeto entre las naciones.

Sí consideró importante, en cambio, destacar la firmeza y la convicción con que se refirió, en una brillante intervención, a la necesidad de un relanzamiento de los ideales que han contribuido decisivamente a la paz, la tolerancia y la justicia en nuestro continente.

Defendiendo la teoría de los ciclos de predominio del interés privado frente a los de interés público, que son los que abrieron nuevas fronteras y contribuyeron al bienestar de los hombres, recordó su experiencia personal.

"Cuando comencé a tener interés por la política", dijo, "al final de los años cuarenta, la izquierda europea era fuerte. Después de la II Guerra Mundial, la gente quería erradicar la pobreza, y votó a partidos que le aseguraron el pleno empleo y la protección social".

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Explicó luego cómo durante la década de los cincuenta se produjo un reflujo hacia la derecha, y que las cosas tuvieron otro signo en la década siguiente, cuando las prioridades cambiaron nuevamente y el escenario político fue dominado por un nuevo período de "acción pública" señalado por la preocupación por la paz, la igualdad y la participación democrática de los ciudadanos.

A su juicio, la ola conservadora que nos invadió desde comienzos de 1970 ha comenzado a remitir, y es evidente que nos hallamos ante una nueva alborada en esta marcha incesante hacia una sociedad mejor.

Es muy oportuno recordar las palabras de este hombre, a quien tanto deben los ciudadanos suecos, que tienen hoy una sociedad de progreso, paradigma para todos los que creemos que la justicia social es un valor supremo.

El poder de la unidad

"Durante los años pasados", fue su mensaje, "hemos llegado a conocernos unos a otros muy bien en el movimiento obrero europeo, y hay una cosa que hemos aprendido: cuando luchamos divididos, perdemos influencia, pero cuando hemos conseguido golpear todos juntos, hemos sido capaces de cambiar el curso de la historia.Ahora tenemos la oportunidad de hacerlo nuevamente, y se abre la posibilidad de poner fin a la ola conservadora y caminar otra vez hacia adelante. Para lograrlo es imperativo que presentemos una alternativa de política económica consistente y fiable para el movimiento obrero europeo". Sólo debo añadir a sus palabras que los trabajadores de todo el mundo hemos perdido a un gran compañero.

Nicolás Redondo es secretario general de UGT.

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