Una historia sobre Sevilla
Tonino Guerra se perdió por Sevilla. El primer contacto lo tuvo con Francesco Rosí. "Entonces me uní a la Macarena. Siempre llevaba una estampa, pero un día se me perdió", dice. Años después, en el curso de una grave operación de cerebro a la que se sometió en una clínica soviética, la estampa reapareció en su convalecencia.Ahora, durante el seminario, le han impresionado las sillas vacías de la catedral, su altura, y el aire 1leno de los pequeños colores de las vidriera?. También las plantas, los árboles y los sonidos: "En mis oídos están goteando todas las fuentes de Sevilla". En esta su segunda estancia prefirió comer paella en el barrio de Santa Cruz a los almuerzos oficiales. Su caminar por las calles es nervioso, casi obsesivo. Se detiene ante mendigos y conversa con los parias.
Sevilla es, para Guerra, una ciudad oriental llena de patios ordenados y limpios. "Sus jardines y olores a limones me dan sentido de fábula y la verdadera fábula es la oriental", señala, mientras bosqueja un supuesto guión cinematográfico inspirado en ella: "Sería la historia de una especie de empleado muy preciso y meticuloso, pero que tiene el patio en completo desorden, que no recoge ni las hojas secas porque cuando vuelve a casa lo' que quiere ver es el desorden".
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