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Rencores y olvidos

Nadie le perdonaba a Marta Lynch su necesidad de mantenerse en el centro de la escena. Una obra narrativa valiosa le permitió, a pesar de todo, alcanzar el reconocimiento público necesario para que se la ubicara en la plana mayor de escritores argentinos de mayor trascendencia. Ahí estaba ella, debajo de los patriarcas Borges y Sábato, junto a Isidoro Blaistein, Silvina Bullrich, Marco Denevi, Bioy Casares y Martha Mercader. Aunque la mayoría olvida que sólo ella protestó públicamente por la desaparición, bajo la dictadura, de Haroldo Conti, el talento más puro de esa generación.Uno de sus más queridos amigos, que sufrió también el ataque despiadado de la crítica, el escritor Jorge Asís, lloraba ayer sin poder contenerse. "La mataron un poco todos los que adoptaban un tono de perdonavidas para referirse a ella. Hace unos cuatro años se vino abajo físicamente y no lo pudo resistir. Yo les hubiera hecho un corte de mangas, pero ella se tomaba la vida y la literatura demasiado en serio".

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Marta Lynch, escritora
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