Diez años de Al Tall, balance positivo

El grupo Al Tall presentó en Madrid el resumen de 10 años de trabajo y una propuesta de trabajo futuro, y lo hizo en un recital estructurado en dos partes, cada una de las cuales ofrecía una perspectiva distinta. En la primera pasaron revista a alguna de sus canciones antiguas que menos habían interpretado en directo en estos años, para dar paso en la segunda a temas nuevos, inéditos o grabados en los últimos discos, que les abren una nueva perspectiva sonora más apoyada en los toques instrumentales, menos contextualizada en la urgencia del testimonio, más abierta hacia formas musicales que ya no se reducen al ámbito valenciano sino que se extienden por todo el área mediterránea, tal como se podía prever atendiendo a sus inquietudes últimas.Ha sido éste, pues, un recital que marca un punto de inflexión y artístico. Cierra una etapa y abre otra nueva sin romper con la la anterior, sino profundizandola y ampliándola. Un salto cualitativo que debe ser analizado desde una perspectiva de mayor exigencia crítica a la que el grupo se hace acreedor por su máxima exigencia artística.

El dominio vocal del grupo, la perfección de sus polifonías, el preciosismo de unos arreglos de sutiles matizaciones sonoras, quedó patente en la primera parte, que se inició con una medida interpretación de Processó y siguió con hermosas canciones de tiempo reposado a las que perjudicó un sonido bajo en general y poco matizado.

El trabajo futuro del grupo apunta por caminos más rítmicos, dando un mayor realce a los temas instrumentales, camino que fue acogido con calor por el público pero que necesita una profundización más intensa en ciertos aspectos. El hecho de que cada miembro del grupo toque diversos instrumentos, algunos de los cuales no dominan como otros, da una cierta irregularidad a estas interpretaciones, lo que resta efectividad al impacto perseguido. Si el balance de estos 10 años resulta plenamente satisfactorio, el óptimo desarrollo de las nuevas líneas apuntadas en la segunda parte del recital -en el que hubo momentos espléndidos, como la interpretación de una tarantela de origen corso o el romance Persiles y Segismunda, cantado a capela con la colaboración de la cálida voz femenina de Empar Torres- exige una mayor profundización en el dominio de ciertos instrumentos (violín, batería y teclados), que son fundamentales en el sonido que quieren desarrollar. Un sonido que ofrece infinidad de posibilidades para el desarrollo de la música popular que se hace en España, y para la consolidación definitiva de un grupo que ya ha pasado el ecuador de su carrera con las mejores notas posibles.