Cartas al director

El vuelo Monóvar-Orán con Rafael Alberti

En EL PAIS del 6 de enero, el poeta Rafael Alberti, con el título Comienzo por el final, con su ágil pluma publica "su versión del vuelo Monóvar-Orán", gracias al cual, muy probablemente, pudo salvar su vida. Pero muy poco agradeció al piloto Silvio Zurueña este hecho.El coronel Núñez Mazas, que amenazó de muerte al piloto con una pistola al sobrevolar Totana, en pasada final de despedida a su familia, era subsecretario del Aire, y no ministro, como se dice. Como tampoco el avión era francés, sino un Dragon Rapide británico. Cuando fueron desarmados los ilustres pasajeros de los dos avi...

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En EL PAIS del 6 de enero, el poeta Rafael Alberti, con el título Comienzo por el final, con su ágil pluma publica "su versión del vuelo Monóvar-Orán", gracias al cual, muy probablemente, pudo salvar su vida. Pero muy poco agradeció al piloto Silvio Zurueña este hecho.El coronel Núñez Mazas, que amenazó de muerte al piloto con una pistola al sobrevolar Totana, en pasada final de despedida a su familia, era subsecretario del Aire, y no ministro, como se dice. Como tampoco el avión era francés, sino un Dragon Rapide británico. Cuando fueron desarmados los ilustres pasajeros de los dos aviones salvadores, la pistola que llevaba al cinto Dolores Ibárruri, La Pasionaria, no llegó a caer en la manta en la que los demás la depositaban, pues, según el testigo presencial, señor Lacouture, un capitán francés la recogió como recuerdo para la historia, lo que enlaza con la petición de un autógrafo por debajo de la puerta a la camarada Ibárruri.

Lo que Alberti silencia intencionadamente es que en el avión viajaba también un importantísimo personaje: el consejero soviético Malinowsky. Y que después, cuando los importantes pasajeros son trasladados a París con todos los honores (la breve retención en Orán fue sustituida por alojamiento en un hotel), los tripulantes del avión de Alberti, Zurueña y teniente Manuel Gil, y los del de La Pasionaria, teniente Rivera y mecánico Aguinaga, son trasladados a la fortaleza de Mazalquivir, lóbrega prisión.

Ni siquiera Cordón, antiguo comandante retirado por la ley Azafía y último ministro de Defensa de la República que lo hizo general, se preocupó de ellos. Zurueña, en su relato del vuelo, publicado por Alas Gloriosas, de la Asociación de Aviadores de la República, terminaba diciendo: "Así paga el diablo a quien le sirve".-

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