Shultz y Ortega se entrevistan mañana en Panamá

El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, se entrevistará mañana en Panamá con el coordinador de la Junta sandinista, comandante Daniel Ortega, en un intento por reflotar al más alto nivel las negociaciones bilaterales de Manzanillo (México), que ambos acordaron celebrar el pasado mes de junio y que parecen haber entrado en punto muerto tras la sexta ronda, que tuvo lugar a finales de septiembre. Los dos políticos acudirán a la capital panameña para asistir a la toma de posesión del presidente Ricardo Ardito Barletta, que servirá también de escenario para otros encuentros diplomáticos en la cumbre, ya que estarán presentes, entre otros, los jefes de Estado de Argentina y El Salvador. La delegación española será encabezada por el vicepresidente Alfonso Guerra.

Dada la proximidad al 15 de octubre, día en que vence el plazo para que los gobiernos centroamericanos presenten objeciones al acta de Contadora, es probable que Panamá se convierta en sede de negociaciones de última hora para unificar puntos de vista entre los países que pretenden introducir modificaciones al texto.

En ese marco se inscribe también la convocatoria formal del canciller hondureño a sus cuatro colegas de la región, para discutir en Tegucigalpa el acta de paz sin la presencia de los miembros del Grupo de Contadora. El mismo sentido tiene la propuesta de Duarte para llevar a cabo una cumbre de presidentes centroamericanos. Al Gobierno sandinista, le resulta dificil participar en estos encuentros en los que se vería arrinconado por sus vecinos.

El anuncio sorpresivo hecho por Duarte en el sentido de que estaba dispuesto a reunirse con la guerrilla el próximo lunes, es interpretado por algunos políticos como una carta de Washington destinada al Gobierno nicaragüense. EE UU ha logrado establecer durante los últimos años una simetría entre el Salvador y Nicaragua. Si Duarte dialoga con sus guerrillas, se espera que los sandinistas hagan lo mismo con las fuerzas contrarrevolucionarias. En virtud de ese paralelismo, si se invita a los insurgentes salvadoreños a participar en las elecciones, el Gobierno nicaragüense debería hacer lo mismo con Pastora y Adolfo Calero. Ya no bastaría, pues, un entendimiento con Arturo Cruz.