La guerrilla anuncia que minará las carreteras para boicotear las elecciones salvadoreñas
La guerrilla salvadoreña anunció ayer por Radio Venceremos su propósito de colocar minas en las principales carreteras del país. Sólo la decisión de boicotear la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de mañana (en las que se enfrentarán el ultraderechista Roberto D'Aubuisson y el democristiano José Napoleón Duarte) explica una acción que no se ha puesto en práctica de forma extensiva durante los tres años largos de guerra civil. Para evitar dadas, el aviso se intercaló tres veces en un discurso cuya idea central era la siguiente: "No a la farsa electoral, sí a la guerra popular".
El rechazo de estos comicios es compartido por todas las organizaciones guerrilleras, pero existen serias divergencias sobre la táctica a seguir ante el hecho electoral.Sólo el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) decidió ante el 25 de marzo un boicoteo activo, que se tradujo en la retirada de cédulas, ocupación de algunas poblaciones el mismo día de la votación e instalación de minas en las carreteras. Con ello contradecía una consigna ampliamente difundida de no convertir las elecciones en un objetivo militar.
Nada ha cambiado ante este 6 de mayo, día en que los salvadoreños habrán de elegir nuevo presidente entre el democristiano José Napoleón Duarte y el ultraderechista Roberto d'Aubuisson. Las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), que comparten la hegemonía militar de la guerrilla con el ERP, han reiterado, a través de su emisora Radio Farabundo Martí, el rechazo a las elecciones, pero no han anunciado medidas de presión para impedir que los votantes acudan a las urnas.
En lo que sí están de acuerdo todos los grupos es en que no se celebren elecciones en los territorios que controlan y en las áreas en disputa. Si el Ejército intenta llevar urnas hasta esas zonas, será combatido, repitiéndose así la historia de Tejutepeque, donde un batallón fue diezmado en la madrugada del 25 de marzo.
Relativa calma militar
La actividad antielectoral del ERP ha sido, pese a todo, menos intensa en esta ocasión, aunque se han producido algunos casos aislados de retirada de cédulas. Al margen de cualquier otra consideración política, esta táctica se reveló ineficaz ante un pueblo que desea ir a las urnas, aunque sólo sea para que le sellen su documento de identidad y evitar así posibles medidas de represión.Fuera del aviso hecho público por Radio Venceremos, el país encara las elecciones en un clima de relativa calma militar, sin acciones de guerra espectaculares por parte de la guerrilla o el Ejército. Ambos bandos se apuntan en sus partes victorias parciales en zonas remotas. Después de la operación de limpieza realizada a comienzos de esta semana en el departamento de Cabañas, las fuerzas armadas tienen bastante con patrullar las carreteras y los principales núcleos urbanos. La presencia de uniformes en la calle se ha hecho más ostensible si cabe que en la primera vuelta, principalmente en la capital.
El Estado Mayor no descarta que en las vísperas electorales la guerrilla descargue algún golpe, igual que sucedió el 25 de marzo, cuando dos emboscadas costaron al Ejército 60 muertos.
Sobre el desarrollo de la votación nadie cree en sorpresas: Duarte debe ganar con más de un 60% de los votos. El propio D'Aubuisson se ha apresurado a manifestar que reconocerá la victoria de su oponente, si se produce, aunque ha advertido que con ella aumentará el nivel de confrontación existente en el país. Sólo los optimistas más recalcitrantes de la derecha juegan todavía con los números, para sostener una remota posibilidad de victoria.
Aunque no haya transportes públicos, fundamentalmente por la amenaza que suponen las minas, se da por segura una masiva asistencia a las urnas. Es posible que el desorden sea menor que el registrado en la primera vuelta, dado que la mayoría de los electores conoce ya el lugar de votación.
