Los jóvenes toreros divirtieron

Novillos de Andrés Garzón, bien presentados, nobles y que dieron un buen juego a excepción del primero.

Lacio Sandín. Seis pinchazos -aviso-, estocada y descabello (silencio). Siete pinchazos, media estocada y descabello (vuelta al ruedo). Alvaro Amores. Pinchazo, estocada tendida y descabello (oreja). Estocada contraria (oreja).

En este novillo sufrió un puntazo corrido de pronóstico leve. Angel Leria. Tres pinchazos y media estocada (vuelta). Estocada en la cruz (oreja).



Tres novilleros con ambición y ganas fueron los que ayer en Barce...

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Novillos de Andrés Garzón, bien presentados, nobles y que dieron un buen juego a excepción del primero.

Lacio Sandín. Seis pinchazos -aviso-, estocada y descabello (silencio). Siete pinchazos, media estocada y descabello (vuelta al ruedo). Alvaro Amores. Pinchazo, estocada tendida y descabello (oreja). Estocada contraria (oreja).

En este novillo sufrió un puntazo corrido de pronóstico leve. Angel Leria. Tres pinchazos y media estocada (vuelta). Estocada en la cruz (oreja).

Tres novilleros con ambición y ganas fueron los que ayer en Barcelona protagonizaron una corrida interesante. Los novillos de Garzón, una vez más, colocaron alto el nivel de calidad y nobleza. Tan sólo el primero y el sexto tuvieron algo de nota negativa. Uno de estos, precisamente, no permitió a Sandín que realizara ese excelente toreo que más tarde ejecutó.

Sin duda, hay que resaltar, como lo más torero de la tarde, unos ayudados por bajo y sendos recortes, en los que el torero de Madrid deleitó profundamente a los aficionados. Empaque, lentitud y ligazón eran el denominador común en estos pases. Antes y en este su segundo novillo, había ligado en perfecta conjunción el molinete con los derechazos acompasados. El sello de Lucio Sandín quedaba tras esta faena avalado por una buena puesta a punto y por ese toreo de clase que va camino de realizar. Sin embargo, su peor defecto, ayer, fue la espada. No hace la suerte como debiera y no se le ve decisión al clavar. Mucho y a conciencia deberá practicar esta última suerte, que le privó de cortar orejas.

Ángel Leria, que toreaba ayer su primera corrida con picadores, no sólo hizo lo difícil, que fue aguantar el pico, sino que demostró, ante la entereza del sexto de la tarde, no arrugarse lo más mínimo.

No sólo supo Ángel Leria, con sus 16 años, librar bien la difícil papeleta, sino que gustó a un público cada vez más deseoso de toreros con ambición.

Tampoco se quedó atrás en este concepto Álvaro Amores. Dos peritas en dulce le cayeron en suerte, pero su toreo no está delineado con compases de calidad pero sí bajo diseños de feria. Con más emoción que técnica recibió a su primer novillo a portagayola. Dos largas más de rodillas completaron esta serie de llamativas escenas para dar paso a que fuera -como siempre se dice-, el excelente astado quien descubriera una vez más al torero, y aquí Amores, aunque toreo aseado, y en ocasiones lento con la derecha, se le vió inoperante en naturales.

Hubiera sido la misma línea la que marcara su actuación en el quinto de no ser porque resultó volteado peligrosamente pero sin consecuencias. Ante esto optó por pasaportar a su enemigo de una estocada contraria hasta la bola.

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