FERIA DE VALENCIA

El toreo total de Esplá

Plaza de Valencia. 18 de marzo, Quinta corrida fallera.Toros de Los Guateles, bien presentados; nobles segundo y tercero, inválidos primero y cuarto; quinto, peligroso, saltó dos veces al callejón; sexto con problemas.

José Mari Manzanares. Media tendida y dos descabellos (silencio). Pinchazo y estocada (pitos). Luis Francisco Esplá. Estocada desprendida (oreja). Bajonazo y dos descabellos (ovación y saludos). Emilio Muñoz. Media desprendida (oreja). Bajonazo (silencio).


JOAQUIN VIDAL ENVIADO ESPECIAL

Luis Francisco Esplá ofreció ayer, en Valencia, una muestra ...

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Plaza de Valencia. 18 de marzo, Quinta corrida fallera.Toros de Los Guateles, bien presentados; nobles segundo y tercero, inválidos primero y cuarto; quinto, peligroso, saltó dos veces al callejón; sexto con problemas.

José Mari Manzanares. Media tendida y dos descabellos (silencio). Pinchazo y estocada (pitos). Luis Francisco Esplá. Estocada desprendida (oreja). Bajonazo y dos descabellos (ovación y saludos). Emilio Muñoz. Media desprendida (oreja). Bajonazo (silencio).

JOAQUIN VIDAL ENVIADO ESPECIAL

Luis Francisco Esplá ofreció ayer, en Valencia, una muestra más de lo que es el toreo total, y lo hizo tanto con el toro bueno como con el malo. Por eso el público presenciaba sus explicaciones con atención de catecúmeno y permanecía absorto en todos los aconteceres que se sucedían en el ruedo.

La gente seguía la corrida, antes y después de Esplá, como es habitual en una plaza de toros, según temperamentos, capacitación taurina, niveles, sexo y condición: que si "el toro de cinco y el torero de veinticinco"; que si "yo no soy pasionista y aplaudo que lo hace"; que si "pasa ya la bota, que la estás dejando seca"; que si "la falla del País Valencià es como una calabaza agujereada"; en fin, lo normal. Y cuando llegaban los toros de Esplá, se hacía el silencio.

En su primero fue un silencio estupefacto, no sólo por la lidia sino porque en una grada un señor colocó la bandera republicana, de buen tamaño, y allí estaban, señor y bandera, tan serranos. Hasta que llegó la Policía Nacional al lugar de autos, y después de las discusiones, la bandera fue retirada y el señor también.

Aplaudió parte del público. Otra parte estaba con la faena de Esplá, que se producía pulcra, dominadora y -esta vez sí- también artística. Había lidiado perfectamente Esplá a ese toro, colocándole de largo para la suerte de varas, lo mismo mediante brega eficaz que mediante la revolera con que remataba un precioso y valiente quite por navarras. Había banderilleado muy bien, encontrando toro en cualquier . terreno e imprimiendo espectáculo a la suerte.

El toro llegó noble al último tercio y Esplá lo pasó por bajo, torerísimo en cada muletazo de tanteo y en la trinchera; lo cambió de terreno, y en el nuevo, desgranó el toreo al natural en su versión más bella. Erguida la planta, baja la mano, instrumentaba el pase con hondura, cadenciosa lentitud y un toquecito de arte, que colmaba de plasticidad la suerte. Los remates eran el de pecho marcado al hombro contrario o el afarolado, en acabada ligazón. Para los derechazos, recogió un sombrero que le había arrojado un espectador, y al cerrar la serie, lo colgó de un asta Luego, allí donde quiso y en su justo momento, cuadró, y mató a volapié neto.

El triunfo fue grande. La plaza estaba entregada a este diestro en continua superación, del cual, en el otro toro, el de más aparato y peligro de la corrida, dió su otra medida, la de dominador nato. De nuevo hizo una lidia impecable, ya desde los capotazos con que fijó en el centro del ruedo al animal, que salió abanto y había brincado dos veces al callejón. Mejoró los pares de banderillas, el último de ellos con reunión en la boca de riego y cambiando los terrenos. Y como el toro se colaba por ambos pitones y desarrollaba sentido, lo castigó con unas dobladas impresionantes, en las que dejó al animal listo para sentencia.

La gran tarde de Esplá incluía otras connotaciones, aparte su incuestionable torería, pues tiene entablada competencia con su paisano Manzanares, el cual está en que no está: tiraba líneas frente a dos inválidos. Esplá le gana la partida en el ruedo, lo cual no ha de significar, forzosamente, que se la gane también en los despachos.

Sin más competencia que su propio temperamento peleón, Emilio Muñoz cuajó buenos naturales y derechazos citando de frente al tercero, que resultó ser otro noble ejemplar. El sexto, un bonito cárdeno claro, armado y astifino, era incierto, y lo muleteó voluntarioso. Quedó bien Muñoz en su tarde valenciana. Pero la tarde buena y verdadera había sido la de Luis Francisc Esplá, cuyo toreo total oscureció el resto de las actuaciones.

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