Crítica

Un teatro viejo, bueno y aburrido

En Barcelona se han producido dos estrenos importantes. Uno, el de Una jornada particular, que supone: el regreso a la escena catalana de Josep Maria Flotats. Otro, un nuevo trabajo del Lliure a partir de un texto de Gorki. El montaje de Una jornada particular supone, además, el bautizo de Flotats como director escénico. Y este bautizo no pasa desapercibido en Panís, que, contratando a Flotats para la Comédie Française, había creído asimilarlo para siempre. Varios críticos y personalidades parisienses asistirán a la representación de Una jornada particular en Barcelona. Lo...

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En Barcelona se han producido dos estrenos importantes. Uno, el de Una jornada particular, que supone: el regreso a la escena catalana de Josep Maria Flotats. Otro, un nuevo trabajo del Lliure a partir de un texto de Gorki. El montaje de Una jornada particular supone, además, el bautizo de Flotats como director escénico. Y este bautizo no pasa desapercibido en Panís, que, contratando a Flotats para la Comédie Française, había creído asimilarlo para siempre. Varios críticos y personalidades parisienses asistirán a la representación de Una jornada particular en Barcelona. Los críticos de Le Monde, Le Figaro, France Soir, y los de la edición internacional, realizada en París, del Herald Tribune piensan asistir a alguna de las representaciones. El número uno en el mundo de la costura francesa contemporánea, Pierre Cardin, hombre de teatro también, se prepara para viajar a Barcelona. Otro tanto hará el director general de teatro del Gobierno socialista, Robert Abirrached.Una jornada particularde Ettore Scola. Adaptación teatral: Ettore Scola, Ruggero Maccari y Gigliola Fantoni. Traducción al catalán: Carme Serrallonga. Intérpretes: Anna Lizarán, Josep Maria Flotats, Nadala Batiste.... Decorados y vestuario: Serge Marzolff. Iluminación: Alain Poisson y Salvador Sumsi. Dirección: Josep Maria Flotats.

Teatro Condal, 21 de febrero de 1984.

"Entonces, por qué Una jornada particular, aquí y ahora?"', se pregunta Josep Maria Flotats en el programa de mano. "Porque Una jornada particular nos explica a nosotros" -responde el actor-, "ahora y aquí, una parte de nuestra memoria colectiva. La historia de un pasado inmediato que, desgraciadamente, los acontecimientos diarios nos obligan a comprobar que es un presente en muchos aspectos". Claro, el fascismo, Hitler, Mussolini, la policía fascista deteniendo a un homosexual para llevárselo a un campo; una mujer que sólo sirve para engendrar criaturas y fregar platos...

Supongo que no querrán que les cuente por enésima vez el argumento de Una jornada particular. Para qué, si todos hemos visto la película, la película de Scola. Pero, ya que hablamos del pasado inmediato, he de confesarles que me hizo mucha gracia escuchar al locutor de la radio, fascista -Roma, 1938- hablando:)... ¡en catalán! Y más después de escuchar a la Antonietta y al Gabriele (Anna Lizarán y Flotats) cantar en italiano: hablan en catalán pero, en un momento determinado, cantan en italiano. Todo eso,, cuando se habla del pasado inmediato, y se recuerda a la radio fascista, en catalán y en un teatro, suena un poco falso, no les parece? Viendo Una jornala particular, un montaje que habrá costado un riñón, pensaba yo en el teatro que veía en Barcelona al final de los años cincuenta. Pensaba en obras, como Te y simpatía o El diario de Ana Frank, o una mezcla de ambas, con su poquitín de Arthur Miller. Un teatro viejo e interesante, bien construido, con unos personajes; con fuerza, para que se luzca una Magnani o un Brando, o una Lizarán o un Flotats. Una jornada particular es un teatro viejo y bueno, que me va: es de mi época de espectador ilusionado. Pero el plato del Condal me aburrió soberariamente.

¿Por qué? Pues porque, desgraciadamente, he visto la película, como todos. Y entre el locutor catalán, fascista y catalano-parlante, y la Callas, y el escenario giratorio y apabullante todavía no he averiguado si aplaudían a Flotats y a Lizarán porque se acostaban con mucho arte o porque al acostarse giraba el decorado; en todo caso, es la primera escena de cama que veo y no veo en un teatro-; y la Nadala Batiste haciendo de portera como si el tonillo del teatro catalán no se hubiese alterado en cuarenta años, y esa bofetada que me le da la Antonietta al Gabriele que más que bofetada parece una caricia -cuando Anna Lizarán vea en el vídeo la película de Scola, esa película que no quiso ver, se dará perfecta cuenta de lo que es dar una soberbia y soberana bofetada-; y esos dos policías que me llegan al final de la obra y que uno se entera de que son policías por el programa de mano; entre todo ello y todos ellos, no consiguieron emocionarme en absoluto. La película sí; esa sí que me emocionó.

La velada fue un éxito. Un éxito montado y muy bien montado. Casi diría que creí escuchar la claque de aquel pasado teatral inmediato. Que Anna Lizarán y Flotats son dos grandes intérpretes, ya lo sabíamos. Anna Lizarán es la gran actriz del Lliure y Flotats el galán de la Comédie Frangaise. Como la Loren es la Loren y Mastroianni es Mastroianni. Y Una giornata particolare, un bellísimo filme de Ettore Scola y Unajornada particular, un despilfarro de dineros, e sabiduría escenográfica y de Verdi. Para nada.

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