El consultorio radiofónico de Elena Francis desapareció el martes tras 34 años en antena
El consultorio sentimental de Elena Francis, el peculiar personaje de la radio, que durante 34 años ha aconsejado a sus oyentes sobre cómo comportarse en momentos difíciles, se ha ido casi sin despedirse, sin casi atreverse a decir "adiós, queridas amigas". Se despidió el pasado martes porque la audiencia había bajado de modo espectacular en Radiocadena, donde se emitía actualmente.
Elena Francis, en realidad, no existía. La figura radiofónica era una ficción, apoyada en la voz de la locutora Rosario Caballé -quien había sustituido a Maruja Fernández-, tras la que se ocultaban 12 hombres -sociólogos, psicólogos y médicos-, todos ellos de ideología conservadora. Los patrocinadores del consultorio -la firma Bel Cosmetics- creen que la mujer actual no necesita consejos a través de la radio, y por ello han decidido suprimir este personaje, que superó las barreras de la publicidad con sus consejos.Las grabaciones se hacían, habitualmente, en estudios privados y, en algunas ocasiones, en los de la antigua emisora de radio Peninsular. El momento de mayor audiencia del consultorio se registró en 1977, coincidiendo con el nuevo auge de la radiofonía producido tras la liberalización informativa. En esa época, el consultorio patrocinado por la firma de cosméticos llegó a ser emitido por unas 30 emisoras españolas. En Barcelona era transmitido actualmente por Radiocadena, tras haber pasado por diversas emisoras.
El espacio era comprado por la firma anunciadora, que insertaba posteriormente las cuñas publicitarias que consideraba oportunas, alternando los consejos sentimentales en respuesta a las cartas de las oyentes y los consejos publicitarios.
Espejo de la mujer española
La base era la moral del nacional-catolicismo franquista, según declaró a propósito del programa Gerard Imbert, doctor en Letras de la universidad de la Sorbona de París. Intentó ser un espejo de la mujer española de su tiempo: hija obediente, novia fiel y esposa sumisa. Para los hombres, la situación variaba. Los chicos -novios en este caso- sólo querían pruebas de amor, conseguir eso reservado para el matrimonio. Esos muchachos no eran recomendables, era mejor esperar a un mejor postor. Elena Francis permitía el devaneo a los muchachos: "Una aventura antes de casarse no debe destruir un inminente matrimonio", decía, con voz grave y maternal, a una "oyente apesadumbrada por la infidelidad de su novio".La zona de movimiento de la mujer-consejo-Francis se reducía al ámbito del hogar. Hace algún tiempo ya la mujer saltó la valla, salió al mundo y comprobó, entre asombro y complacencia, que el demonio no tenía cuernos ni rabo y que no espera agazapado tras las esquinas. Descubrió que la mujer puede ser feliz sin casarse y que el trabajo fuera de la casa da independencia y sabiduría.
Pocas eran ya las jóvenes que escribían a Elena Francis para preguntarle sobre las relaciones prematrimoniales que ella calificaba de "peligrosas", cuanto menos, y muy a menudo de "desastrosas". Hoy, gran parte de las mujeres se casan porque ellas quieren y con quien quieren; bien es cierto que para algunas el matrimonio sigue siendo una salida, pero casos como los de las primeras menudean cada vez más.
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