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Renata

es el nombre de una joven alemana de 20 años que ha sido expulsada de Suecia 18 veces y ahora afronta la 19ª. El único delito de Renata es el de no tener permiso de estancia para permanecer en el país, y la razón, simple y profunda al mismo tiempo, de la obstinación de la joven en volver una y otra vez, es que ama la naturaleza sueca y quiere vivir en ella. Esta motivación, que puede ser tan inofensiva como conmovedora, no encaja ni con las leyes suecas de inmigración y menos aún con la mentalidad de los funcionarios policiales encargados de hacerlas cumplir. Una vez la muchacha pudo realizar su sueño durante 10 semanas permaneciendo con una pequeña tienda de campaña en la orilla de uno de los tantos hermosos lagos de Estocolmo, a 15 minutos del metro del centro de la ciudad. Pero alguien, que nunca falta, denunció anónimamente a la policía la presencia de la joven y el sueño concluyó en un avión con destino a Hamburgo en el que fue instalada.

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