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La Confederación de Trabajadores Mexicanos amenaza con la huelga si no se aumentan los salarios el doble de la inflación

Sobrevivir en México es ardua tarea para un asalariado. La paga se achica cada día por efecto de una inflación que en lo que va de año galopa ya por el 25%, sin que el Gobierno pueda frenarla. Un aumento por el doble de este porcentaje acaba de pedir, bajo amenaza de huelga, la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM), que con cuatro millones de afiliados es la mayor fuerza del país. Los empresarios han respondido que están al borde de la quiebra.Hay quien cree que todo ello no pasa de ser un amago, al estilo del que se produjo en octubre, cuando una huelga que amenazaba ser casi general se resolvió con apelaciones al nacionalismo y sin contrapartidas importantes para los trabajadores. No en balde la CTM es el brazo obrero del PRI, el partido que gobierna el país desde hace más de medio siglo.

Pero en los seis meses transcurridos desde entonces han cambiado algunas cosas. La más importante ha sido la caída brutal del poder adquisitivo de los salarios. El año pasado, el coste de la vida se duplicó y los obreros tuvieron que conformarse en enero con recuperar apenas una cuarta parte de lo perdido, bajo la promesa gubernamental de que impondría un rígido control de precios sobre los productos básicos.

Con una inflación que bordea ya el 25%, se ha revelado ineficaz la sujeción de precios. Un día sube la leche, otro son los fríjoles y al tercero la carne. Y eso cuando no es el propio Gobierno el que origina un alza en cascada con el reajuste de los combustibles, en virtud, del realismo tarifario que le impone el convenio con el Fondo Monetario Internacional.

Los obreros aseguran que el hambre ronda ya sus hogares y que no están dispuestos a cargar con la crisis por más tiempo. Los cuatro primeros meses de 1983 han sido los más conflictivos desde hace al menos seis años. Las huelgas han paralizado varias empresas estatales de gran tamaño (Diesel nacional) y cerraron 12 universidades por un día.

Al margen de las huelgas, el descontento se ha traducido en un crecimiento de los sindicatos de izquierda. Los obreros empiezan a. pensar que en épocas de dificultad ya no les conviene pactar con la CTM, una central dominada por líderes eternos que en ocasiones han amasado grandes fortunas personales.

En épocas de prosperidad no está mal entenderse con el Gobierno, en la esperanza de poder sacar alguna ventaja. Pero cuando la necesidad aprieta, los obreros piden una mayor combatividad a sus líderes. Y si éstos no responden, se van para otro lado. Eso es lo que empieza a ocurrirle a la CTM y le obliga a mantener actitudes más exigentes frente a los patronos.

Por primera vez en una manifestación del Primero de Mayo, que en México había perdido todo carácter combativo para convertirse en un desfile mayoritario de funcionarios ante el presidente, el domingo entraron en la marcha siglas ajenas al sindicalismo oficial. Lo hicieron a la fuerza, a costa de peleas que ocasionaron más de 40 heridos, y con consignas de ruptura: no al pacto con el Gobierno, aumento de salarios y anuncios de huelgas. De ahí que, al término de la marcha, el octogenario líder de la CTM, Fidel Velázquez, al decir de muchos el hombre más importante de México después del presidente, anunciase la decisión de exigir un aumento salarial de emergencia del 50%. De lo contrario, dijo, habrá huelgas.

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