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Crítica:TEATRO / PEPE RUBIANES Y BUSTRIC
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dos hombres solos

En el Festival de Teatro de Madrid coinciden dos actores solitarios: en el teatro Martín, el italiano Bustric, y en el Molino Rojo, el español Pepe Rubianes. Son muy distintos; cada uno tiene su forma de expresión, y los dos, buena calidad. Bustric busca la imagen, Rubianes utiliza solamente la palabra. La comparación es injusta y nada racional: surge de que coinciden en el tiempo, y nada más.Bustric tiene el rostro ingenuo y pícaro del viejo augusto "de soirée" del que nacieron los grandes solitarios del cine mudo. A veces recuerda la cara lunar de Harry Langdon. Tiene arte de mimo, manos velocísimas de prestidigitador, fantasía de ilusionista, capacidad para la parodia. Aunque esté solo en el escenario, hay tras él dos autores de guión -Sergio Bini y Manuel Cristald- y un director de escena -el mismo.Sergio Bini-: dan argumento a los antiguos y limpios ejercicios de circo. Su ascensión milagrosa, su manera de llenar el escenario de serpentinas y confetti, su remedo de Shakespeare o su relato de la historia de Otelo y Desdémona tienen un alcance literario.

Pai-pay, por Pepe Rubianes, sala del Molino Rojo

Si piensas en Shakespeare, por Bustric. Guión de Sergio Bini y Manuel Cristald. Dirección de Sergio Bini. Festival Internacional de Teatro de Madrid. Teatro Martín.

Si Bustric crea una sensación literaria con las imágenes, Rubianes crea las imágenes con la palabra.

Si se cayera en la trampa de la comparación se podría enfrentar el valor de estos dos elementos que forman parte de una de las polémicas teatrales que no se resuelven desde hace muchos años.

El caso es que Pepe Rubianes, con un lenguaje del que es creador, ilustrado por algunas onomatopeyas, pero sin ninguna otra ayuda externa -sin música, sin utillería, sin trucos ni aparatos-, hace ver situaciones. Es, por ejemplo, capaz de crear sensaciones de multitud: con pequeños ruidos y con frases sueltas, y en esto es un maestro. Como la mezcla del relato histórico con el anacronismo. La palabra es plástica; el lenguaje, libérrimo. En la primera parte de su espectáculo hace dos narraciones: una estampa de la pasión como podría estar contada por un andaluz testigo de las procesiones y una breve historia de los motivos de Cristóbal Colón para lanzarse a la aventura de América. Tiene una lógica falta de respeto por todo y un sistema que podríamos llamar muy genéricamente superrealista de abultamiento, de metáfora, de imagen. El humor está ntitrido por una cultura que apenas deja aflorar. La segunda parte es el relato de algunas experiencias en La Habana: otra vez consigue que el público vea una multitud de negros enfurecidos o un tremendo motín en una calle a partir de un incidente doméstico. Es un autor, un escritor de teatro (no se puede saber si lo que él narra tendría el mismo valor en letra impresa o si es su manera de decirlo, de actuarlo, lo que pone de relieve los excelentes valores verbales que desarrolla).

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