La Real perdió con el Spórting en el último minuto
J. ENVIADO ESPECIAL "Esfuerzo, dedicación, devoción y la gloria es el Spórting", este lema del conjunto lisboeta que figura en la entrada principal del estadio podría servir como resumen del encuentro que anoche jugó ante la Real.
Fue el Spórting quien puso mayores ahíncos en la búsqueda del triunfo y si la gloria del mismo la obtuvo a un minuto del final y quizá le resulte absolutamente circunstancia[ porque aún queda el encuentro de vuelta en un partido realmente malo y de ínfima calidad mereció alcanzar la satisfacción del triunfo. La Real no arriesgó un alamar y por tanto fue lógico que cayera derrotada, aunque tan in extremis siempre resulte de pésimo gusto.
La historia culpará a Benito Díaz de la invención del cerrojo, pero como en todas las facetas de la vida los peores defectos serán siempre de sus imitadores. Nadie podía pensar que la Real saliera a jugar con alegría juvenil, pero tampoco es de recibo dedicarse a jugar al frontón y aprovechar el rebote. La Real salió al estadio de Albalade con una misión fundamental: destruir cualquier intento del adversario. Buscar la filigrana era tarea absolutamente secundaria, y nunca lo ha intentado el equipo donostiarra. Lo suyo es esperar agazapado y contragolpear mortalmente, pero ya hace tiempo que le falla lo segundo.
Ormaechea alineó al fin un equipo en cuyas previsiones no coincidimos los enviados especiales. Su silencio hasta el último momento sirvió para lograr una especie de despiste general. Lo fundamental de su esquema sí resultó acorde con las predicciones. Salieron como laterales Celayeta y Murillo, pero ambos cambiaron su zona habitual. Celayeta se colocó en la izquierda para perseguir sin desmayo a Manuel Fernández. A Murillo le correspondió la misión de pegarse a Oliveira como si se tratara de su hermano siamés.
La táctica realista de intentar anular a dos de los hombres más experimentados del Spórting dio buenos resultados durante muchos minutos, pero ello no fue obstáculo para que otros jugadores locales se convirtieran en los directores del juego. Diego se las vio y se las deseó con Lito, cuya movilidad y fácil concepto del fútbol produjo penetraciones de gran peligro. En el centro del campo, Festas tuvo todas las ventajas para empujar a los suyos, porque Larrañaga le vigiló de lejos. Larrañaga se preocupó más de apoyar a sus compañeros de defensa que de pegarse a su par y este consiguió, al retrasar suposición unos metros, una mayor libertad.
La contención a ultranza se agudizó en el segundo período. La Real se vio más constreñida en su parcela tanto por el mayor empuje del Spórting como por su timidez para intentar la colada. La línea de centrocampistas quedó rota en la segunda mitad de un modo alarmante. Diego acusó cansancio y Zamora optó por esconderse en un rincón para recuperar el fuelle que tras la grave lesión que padeció, todavía no ha recuperado. Los tres hombres de delante no intervinieron prácticamente nada. Su mejor misión fue la de formar barreras en los lanzamientos que favorecieron al equipo lisboeta. La inhibición atacante por el miedo al contragolpe fue tanta que incluso se renunció a rematar los saques de esquina. En los córneres no hubo más que dos hombres dispuestos a colocar la cabeza.
El peor fallo realista fue probablemente la falta de precisión en el pase. Las entregas al contrario fueron frencuentes y a veces insistentes. Afortunadamente el Spórting jugó embarulladamente en el área y no supo sacar más provecho a su constante dominio que el tardío gol. En las dos claras ocasiones que tuvieron los locales para marcar surgió Arconada para enmendar una pifia de Murillo y para desviar un disparo a bocajarro de Oliveira. La jugada más dudosa del encuentro tuvo también como protagonista al cancerbero guipuzcoano, quien al detener un balón alto cayó con un pie dentro del marco. A mi entender, la pelota la mantuvo claramente fuera de la meta.
La Real no consiguió tampoco defenderse con brillantez porque pese a la aparente serenidad de los zagueros, en algunos momentos clave hubo demasiados despejes cortos y hasta torpes. Sobre todo cuando intervinieron las cabezas. La ausencia de Kortabarría se notó en exceso. Sobre todo en aquellos momentos en que Jordao logró sacar del centro de la zaga a Górriz. La serenidad del veterano defensa donostiarra probablemente hubiera evitado algunos despistes de sus compañeros.
La Real tendrá que cambiar radicalmente para eliminar al Spórting dentro de quince días. Es de suponer que en Atocha y con algunos de sus hombres importantes más en juego, la posibilidad de llegar a la semifinal europea se alcance.
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