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Tzvetan Todorov analiza la relatividad y universalidad de los valores culturales

El profesor imparte un seminario sobre 'El ser y el otro'

Tomàs Delclós

El profesor, Tzvetan Todorov inició ayer en Barcelona su seminario sobre El ser y el otro, organizado por la facultad de Letras de la Universidad Autónoma y el ICE. Todorov hizo una introducción sobre la alteridad personal y cultural. Para el ensayista, la pluralidad cultural supone reconocer la relatividad de los valores y mantener, al mismo tiempo, la universalidad de la cultura humana y situarse en un nivel transnacional. Por otra parte, la diferencia entre las culturas no debe implicar jerarquía ni aislamiento.

Todorov precisó, de entrada, que no era su intención ser historiador ni buscar cierta verdad y habló de un proyecto de filosofía moral más que de Historia. El conferenciante reconoció la existencia de una tensión entre la alteridad personal y la alteridad social. "Ante todo hay que precisar que el concepto de ser humano no es ontológico. El ser es tú, yo, cada uno de nosotros. El Otro es un ser humano vivido por el ser que habla. La alteridad, a un nivel individual, se refiere a lo que no es mío. A un nivel colectivo hace referencia a una comunidad cultural distinta. Reconocer la sociabilidad del yo no ha de hacernos negliglir los derechos del individuo, amenzado por la presión social que quiere convertirlo en instrumento". Todorov adoptó como método de investigación del tema propuesto la interrogación sobre autores del pasado. La charla de ayer se centró en el pensamiento de Montaigne. "Montaigne descubre el relativismo. Reivindica como valores particulares de una cultura lo que se creía valores universales. La razón, para Montaigne, está basada en la cultura, se ven las cosas de acuerdo con la cultura del país natal. La razón no puede liberarse de la cultura".Montaigne, cuyo programa teórico no se corresponde exactamente con su propia conducta, parte de la afirmación de que la verdad ha de ser universal y como las leyes están fundadas sobre la tradición, la arbitrariedad, se deduce que no son verdades. "Con todo, Montaigne no distingue entre la idea de ley como regularidad y la idea de de ley como orden a imponer". La conclusión a que llega Montaigne ante la imposible universalidad cultural es la de la tolerancia. "La palabra bárbaro tiene un sentido relativo, si todas las costumbres son válidas, el bárbaro es el otro". Con todo, en su ensayo sobre los caníbales, Montaigne demuestra estar cerca a la idea del hombre originario, próximo a la naturaleza y fabrica el mito del buen salvaje. "Su descripción sobre los caníbales se hace a base de decir lo que no son porque desconoce lo que son". No obstante, para Todorov, Montaigne aplica juicios de valor (basados en la civilización greco-latina). "Aplica juicios en función de su propio ideal y aunque se presenta como relativista, es un universalista inconsciente que no necesita justificarse".

Acerca de la alteridad personal, Montaigne reivindica que el individuo se hasta a sí mismo. "El alma no ha de mostrarse a los otros, si la sociedad se ha de juzgar a partir de sus propios valores, así ha de hacer el individuo con los valores de su alma. El hombre es una totalidad autosuficiente y la libertad va asociada a la soledad. El individuo se ocupa de los otros pero no los integra. Hay, en cierto modo, una autofagia. La amistad es una excepción, un milagro. Montaigne anticipa el individualismo moderno". Todorov insistió en las contradicciones de Montaige y terminó afirmando que la soledad puede ser un programa aunque no sea una verdad. En el debate se planteó si la tolerancia no se basaba en un problema de conocimiento. Se toleran otras culturas porque no se las entiende. La colonización iniciada en el siglo XVIII se hace desde una perspectiva universalista de redención cultural. "Los belgas ocuparon el Congo con la excusa de luchar contra la esclavitud".

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