Citroën y Renault quieren despedir a varios delegados sindicales

Los conflictos sociales y los riesgos políticos amenazan de nuevo al sector de la industria automovilística francesa, como consecuencia de varios despidos en las empresas pública y privada. El Gobierno socialista apoya a la dirección de las firmas Peugeot y Renault contra los sindicatos.La casa Citroén, perteneciente al sector privado, anunció el pasado jueves el inicio del proceso legal que debe conducir al despido de doce empleados, cuatro de ellos delegados sindicales de la Confederación General de los Trabajadores (CGT), central sindical de tendencia comunista. La dirección de Citrcién ale...

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Los conflictos sociales y los riesgos políticos amenazan de nuevo al sector de la industria automovilística francesa, como consecuencia de varios despidos en las empresas pública y privada. El Gobierno socialista apoya a la dirección de las firmas Peugeot y Renault contra los sindicatos.La casa Citroén, perteneciente al sector privado, anunció el pasado jueves el inicio del proceso legal que debe conducir al despido de doce empleados, cuatro de ellos delegados sindicales de la Confederación General de los Trabajadores (CGT), central sindical de tendencia comunista. La dirección de Citrcién alega las violencias que, semanas atrás, cometió la CGT para impedir trabajar a obreros que no deseaban participar en una huelga.

Por iguales razones, la firma nacionalizada Renault anunció el viernes pasado su intención de licenciar a tres delegados sindicales de la Confederación Francesa Demo.crática del Trabajo (CFDT), el sindicato socialista autogestionarío más representativo en Francia después de la CGT.

Estos dos hechos, sobre el terreno, significan una nueva alerta social en el sector automovilístico. A partir del próximo lunes, huelgas serias podrían desencadenarse en las dos fábricas afectadas. El conflicto pone en un brete al Gobierno socialista, puesto que esos dos sindicatos son quienes, teórica y prácticamente, apoyan su gestión. Pero, en esta ocasión, las autoridades políticas se han manifestado contundentes y explícitas desde el primer momento.

A los posibles conflictos sociales se añade otro peligro: el político. Semanas atrás, en efecto, las huelgas de las mismas firmas hicieron pensar al Gobierno galo que no había que descartar el origen político-religioso de las mismas. Y, esto último, porque las reivindicaciones están protagonizadas, en su mayoría, por empleados musulmanes.

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