Un ministro de Bonn resucita el viejo fantasma de la división alemana
Nada menos que la víspera del cincuentenario de la llegada de Adolfo Hitler al poder, el ministro federal del Interior, Friedrich Zimmermann, socialcristiano de Baviera (CSU), dijo en un mitin de expulsados y fugitivos (alemanes oriundos de los antiguos territorios del este del Reich) que la cuestión alemana no se agota en las dos Alemanias, sino que se extiende hasta los territorios alemanes de antes de 1937.Dificilmente se puede encontrar una declaración tan provocadora y una fecha tan señalada para sacar a relucir viejos fantasmas. Zimmermann es un político de talento y, a él no se le escapa el alcance de su frase.
La respuesta del otro lado de la frontera Oder-Neisse fue inmediata. En el Parlamento polaco, el ministro de Asuntos Exteriores, Stefan Olszowski, sacó a relucir el tema y volvió a pintar, en base a las palabras de Zimmermann, el fantasma del revanchismo alemán.
El político socialcristiano bávaro sirvió la munición a los sectores duros del partido comunista polaco, como si Zimmermann hubiese actuado movido por el lema reaccionarios de todos los países, uníos.
Los duros en política tienen ahora la coartada perfecta para mostrar el peligro de Occidente y las intenciones revanchistas de la RFA.
Cuando se acercan los cuarenta años del final de la guerra mundial la afirirnación de que sólo tienen validez jurídica las fronteras anteriores al 31 de diciembre de 1937 sólo puede interpretarse como un caso de ceguera política total o, lo que sería más grave, una intención revanchista de alterar la derrota del nazismo, que provocó una guerra mundial con el pretexto de Dantzig (Gdansk).
Las palabras de Zimmermann, aparte de la coincidencia con el aniversario de la llegada al poder de los nazis, plantean serias dudas sobre la futura política del Este del Gobierno que salga de las elecciones del 6 de marzo.
Tufo a guerra fría
En la campaña electoral democristiana hay un tufo inconfundible de los años cincuenta y guerra fría, como lo demuestran las palabras de Zimmermann y la descalificación del socialdemócrata Jans-Jochen Vogel como el candidato de Andropov, y una declaración del presidente de Baviera, Franz Josef Strauss, de que combatió durante muchos años la política de distensión y no va aceptarla ahora sin más.Cabe pensar que Zimmermann actuó motivado por el deseo de cosechar unos votos de los expulsados y fugitivos, que en su mayoría son ya hijos y nietos de los que al final de la guerra tuvieron que abandonar en condiciones dramáticas sus casas en Pomerania, Silesia o la Prusia oriental.
El deseo de cosechar unos votos no puede justificar el peligroso juego de Zimmermann con las relaciones de la República Federal de Alemania con el Este, que tanto trabajo costó normalizar.
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