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El Gobierno francés achaca a la manipulación política las huelgas de los inmigrados

Los trabajadores inmigrados árabes serían manipulados por grupos políticos y religiosos, estima el primer ministro francés, Pierre Mauroy. El presidente de la República, François Mitterrand, apoya al jefe del Gobierno, mientras sindicalistas de izquierdas rechazan esa hipótesis. Todo ello se refiere al origen de las huelgas que, de unos meses a esta parte, se repiten en el sector automovilístico, promovidas por los trabajadores árabes.

"Las principales dificultades están planteadas por los trabajadores inmigrados, de los que yo conozco sus problemas. Pero, de todas maneras, es necesario reconocer que esos obreros son agitados por grupos religiosos y políticos que se determinan en función de criterios que no tienen mucho que ver con las realidades sociales francesas". Así interpreta el primer ministro francés, Mauroy, la razón profunda de las huelgas que se repiten en el sector del automóvil nacionalizado (Renault) y privado (Peugeot).Ante la polémica desatada por esas declaraciones, el presidente Mitterrand intervino anteayer para anotar que: "Pierre Mauroy habló con conocimiento de causa". No hacía falta más para que el debate planteado por los paros que dificultan la producción automovilística cambie de naturaleza: ya no se trata de una cuestión de salarios o de condiciones de trabajo de los inmigrantes, sino de un intento de desestabilización de las relaciones sociales francesas a través de la influencia de una ideología extranjera. Así es como se razona en algunos sectores de la izquierda que apoya el Gobierno.

El ministro del Interior, Gaston Defferre, en la línea del primer ministro, declaró que la construcción automovilística representa "un fenómeno particular, determinado por integristas y chiitas".

Sin embargo, hasta la fecha, uno de los dos grandes sindicatos franceses dominantes en este sector, el socialista autogestionario CFDT (el otro es el pro comunista CGT), ha reaccionado severamente contra las tesis gubernamentales. "Esas explicaciones no tienen nada que ver con la realidad concreta de los conflictos de Renault. Es muy grave que el jefe de un Gobierno socialista, y uno de sus ministros, desplacen de esa manera los problemas, facilitando las campañas odiosas de la derecha".

Fanatismo religioso

La derecha, en efecto, estima que el fanatismo religioso que se extiende en el mundo árabe repercute en la inmigración trabajadora en Francia (el 80% de la mano de obra, en las fábricas de automóviles); en estos medios se subraya que la separación entre la Iglesia y el Estado no existe en el mundo árabe, por ello esa influencia antes o después afectará a las colonias inmigradas.El estallido de este conflicto político-laboral-religioso-social devuelve una vez más al primer plano de la actualidad al ex presidente argelino Ahmed Ben Bella. Según sus propias manifestaciones, suele recibir regalos de los emires árabes, que él, a su vez, destina a los musulmanes que trabajan en Francia para que construyan mezquitas.

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