Sesiones eufóricas
La primera semana del mes de febrero ha sido saludada en las bolsas españolas con unas alzas eufóricas cuya justificación no quedaba excesivamente clara para los especialistas y que tenía su punto motriz en los valores eléctricos, llegando algunos de ellos a no poder marcar cambio por falta de contrapartidas vendedoras suficientes para hacer frente a unas órdenes de compra nerviosas que, poco a poco, iban extendiéndose al resto de los principales títulos que se negociaban.Los índices de los sectores más significados reflejaban importantes mejoras, superiores en muchos casos a los dos puntos, y el grupo bancario, sobre el que se tenían las mayores dudas, conseguía asimilar sin demasiados problemas los descuentos de sus correspondientes dividendos. En general, se puede afirmar que el buen ambiente afectó a todos los valores, e incluso ofreció la oportunidad a más de un cuidador de chicharrillos de imprimir una dinámica alcista a los títulos entregados a su tutela sin que su acción resultase llamativa.
Aparentemente las palabras del presidente del Gobierno, Felipe González, a los empresarios han podido constituir algún tipo de revulsivo entre los inversores a corto plazo, que se sumaba al acuerdo en la negociación laboral al que llegaron los representantes empresariales y los de los sindicatos en el pasado fin de semana. Añadiendo a estos dos factores objetivos los continuos rumores sobre hipotéticas OPAS, la resistencia a la baja que demostró el sector bancario, casi contra pronóstico, y las propias ganas de los operadores a corto plazo de generar un proceso positivo, se obtienen las coordenadas por las que las reuniones bursátiles pudieron cerrar dentro de un clima muy favorable, en el que dominaban ampliamente las demandas de títulos.
Un elemento que ofrece un análisis contradictorio es la profusión de títulos que han marcado dinero sin operaciones. Estas mejoras, por tanto, han tenido un componente artificioso, si bien es cierto que en los casos de algunos valores bastante significativos, como podía ser el caso de Iberduero, la demanda parecía bastante real, y lo que desde luego resultaba evidente es que los tenedores de estos títulos no parecían estar dispuestos a desprenderse de ellos por el momento.
En el grupo bancario, sobre el que se centraban las miradas cargadas de aprensión de algunos especialistas, los saldos compradores consiguieron dominar con alguna facilidad. En general, se recuperaron los importes íntegros de los respectivos dividendos netos, como eran los casos de Bilbao, Banesto, Hispano y Popular, aunque otros consiguieron incluso recuperar posiciones. En este caso se encontraban en el mercado madrileño Santander, que recuperaba su dividendo y mejoraba un entero; Central, que subía 6,40 puntos, y Vizcaya, que ganaba el importe de su dividendo y 9,80 enteros.
En el resto de los mercados la situación se repitió. Bilbao, por sus especiales características de agilidad operativa y elevado componente de especulación entre sus habituales, ofrecía una mejora en su índice general de 3,50 puntos. La joven Bolsa valenciana encabezaba las subidas, con un avance de 4,24 puntos, mientras que en Barcelona las mejoras de los valores que computan en su indicador intersectorial posibilitaban una mejora de 2,72 enteros con unos valores locales que apuntaban signos inequívocos de firmeza.
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