Aupa, España", por decreto-ley
No soy aficionado al fútbol e incluso durante los años del régimen anterior, como otros muchos ciudadanos (?), arremetí contra él sin ningún pudor.Bien, ahora ha comenzado el tan esperado Mundial-82 y, ante la magnitud que ha ido adquiriendo tal evento, lejos de optar por el cabreo permanente, producto del tedio televisivo y el hipernacionalisino callejero, he decidido combatirlo con las mismas armas: o sea, verme todos los partidos, comenzar a leer los periódicos por las páginas deportivas y, en suma, armarme de valor para seguir el millonario consejo de "aprenda a amar el fútbol".
Soy profesor de EGB y he oído muchas veces decir -y también lo he leído en los periódicos- que la enseñanza es la institución que menos ha evolucionado en nuestro país desde que comenzó la transición democrática. Estoy de acuerdo, pero, a partir de ahora, sólo parcialmente, pues ¡lo hay más que ver lo que está sucediendo con el fútbol español y sus dirigentes. En este país se puede: ya poner a parir al mismísimo presidente del Gobierno, se puede condenar a treinta años de cárcel a uno de los más prestigiosos militares de nuestro Ejército, cualquier españolito puede mandar ya a hacer puñetas a su señora sin que recaigan sobre él las iras de Dios -y viceversa, cómo no-, usted puede decirle a su jefe que es un pesetero sin que por ello tenga que pasarse el resto de sus días alimentándose de algarrobas..., pero, sin embargo, todavía no se puede decir que el señor Santamaría es un inepto o que los jugadores de la selección española están fracasando -Arconada, grandísimo, incluido- de forma estrepitosa. Sí, he cambiado de opinión con respecto a mi profesión: lo más carca de este país sigue siendo el fútbol. Lo fue antes del parto, siguió siéndolo en él y no parece que vaya a dejar de serlo a pesar de que el hijo nos salió difícil. /
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