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España, en la Alianza Atlántica

La pretensión gubernamental de que se cree un mando único para toda España no tiene el apoyo unánime de la Alianza

Soledad Gallego-Díaz

La pretensión española, todavía no formulada oficialmente, de que se cree un nuevo mando aliado, confiado a nuestras Fuerzas Armadas, que comprenda todo el territorial nacional -incluidos los archipiélagos de Canarias, de Baleares- no despierta un apoyo unánime en el seno de la OTAN. La creación de dicho mando, dependiente a su vez del supremo mando aliado en Europa, radicado en Mons (Bélgica), exigiría introducir cambios notables en los esquemas actuales, y daría además una justificación a Portugal, que reclama el control directo de las islas Azores. En la estructura de la Organización del Tratado del Antlático Norte, estas islas dependen en la actualidad de Estados Unidos.

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Dentro de la OTAN, España podrá servir de puente entre Europa e Iberoamérica, declaró ayer, horas después de que nuestro país hubiese ingresado formalmente en la Alianza, el ministro de. Exteriores, José Pedro Pérez Llorca. El titular de Asuntos Exteriores, acompañado del ministro de Defensa, Alberto Oliart, viajará el próximo sábado a Bruselas, para asistir a la ceremonia en la que se izará la bandera española en la sede de la OTAN. Se cree que Pérez Llorca aprovechará la ocasión para pronunciar un discurso exponiendo las líneas generales de lo que será la política de Madrid respecto a la Alianza, y para expresar la simpatía de España hacia los pueblos latinoamericanos, en lo que sería una alusión al conflicto de las Malvinas, en el que los países atlánticos mantienen una posición pro-británica. Algo semejante haría, si fuese necesario, el presidente Calvo Sotelo cuando, el próximo día 9, viaje a la "cumbre" atlántica de Bonn. En medios de la oposición fue recibido con extrañeza el procedimiento, ajeno a los usos diplomáticos, de ingreso en la OTAN durante el fin de semana y anticipándose a lo previsto, cuando, por otro lado, aún se ignora quien será el representante de nuestro país ante la Alianza, cargo para el que se cita el nombre del embajador Nuño Aguirre de Cárcer.El objetivo del Gobierno español tropezará con resistencias, especialmente entre numerosos expertos norteamericanos, que preferirían la división de España entre los dos mandos actuales, de forma que Canarias dependieran, como las Azores, de Norfolk (Virginia). Las negociaciones, en el seno de la Alianza para fijar la adscripción de España a uno u otro mando y las modalidades no estarán finalizadas, en sus líneas generales, antes de finales de año, según fuentes españolas. Los detalles exigirán todavía más tiempo, como mínimo un año.Un problema adicional será, caso de crearse el mando único español, la hipotética pretensión española de incluir las plazas de Ceuta y Melilla, a lo que la OTAN se negará en redondo aduciendo el texto del Tratado. Hasta el momento, la actitud española sobre ambas ciudades es ambigüa, según fuentes oficiosas aliadas, porque Madrid no ha reconocido formalmente que están fuera de la zona geográfica del tratado de Washington, sin por ello afirmar lo contrario. La ambigüedad española choca con la nítida postura aliada, según la cual no existe ninguna duda al respecto: Ceuta y Melilla no están protegidas por la Alianza en ningún caso.

Expertos aliados estiman que aunque se creara el mando único español, dicho mando no comprendería la base de Gibraltar, que es de soberanía británica y figura como tal en los esquemas de la OTAN. La posibilidad de introducir al menos un mando conjunto hispano-británico tropieza con problemas, no sólo por parte del Reino Unido, especialmente desde la guerra de las Malvinas, sino quizá de algunos representantes del Ejército español que no ven con agrado dicha solución. Lo más probable, sin embargo, según dichos expertos, es que la base continúe siendo exclusivamente británica y que el mando conjunto sólo pueda plantearse "en el marco de la recuperación de soberanía por parte de España", es decir y en cualquier caso dentro de no poco tiempo.

La posibilidad de dividir España -sobre el papel- entre los dos grandes mandos aliados existentes actualmente fue rechazada claramente por el diputado español Javier Rupérez, uno de los especialistas de UCD en temas atlánticos. Para Rupérez, los negociadores españoles tienen que lograr un mando único, dependiente forzosamente del mando europeo y no del norteamericano. El diputado centrista estima que ninguna unidad española será destinada fuera de nuestras fronteras, ni viceversa, aunque no planteó inconvenientes a estas posibilidades, si se considerara, un día, necesario.

Una vez que se decidan las modalidades de la incorporación de España a la estructura militar aliada -incorporación que se ha efectuado de forma automática al adherirse España al tratado de Washington y no como un segundo paso, tal y como consideraban conveniente algunos expertos en cuestiones de defensa- la Junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM) española deberá ajustar sus planes a las necesidades aprobadas por el Consejo Atlántico, sin por ello perder de vista que su primer objetivo es asegurar la defensa del territorio nacional.

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De forma más inmediata, Espafla deberá designar su representante en el comité militar y los oficiales y suboficiales que entrarán a formar parte del Estado Mayor internacional, compuesto actualmente por 150 oficiales de los trece países miembros de la organización militar, 150 suboficiales y cien civiles.

El Estado Mayor internacional está dirigido por un general de división, hoy en día de nacionalidad noruega, ayudado por otros seis generales.

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