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Reportaje:Yugoslavia, dos años sin Tito / y 2

EI ejército, única institución estatal unida y sólida

La desbandada de los intereses particulares de las repúblicas yugoslavas proporciona tierra firme a los partidarios del centralismo. Hoy por hoy, el Ejército yugoslavo es la única institución estatal unida, más aun que el partido único, la Liga de los Comunistas de Yugoslavia. Mientras tanto, la región autónoma de Kosovo se vacía de la minoría eslava. "Ustedes se van y nosotros nos quedamos, no quiero decir nada, tengo miedo", declaraba a la televisión de Belgrado un estudiante eslavo, temeroso de represalias albanesas. Los eslavos viven sometidos a la ley del silencio.

Unidades antiterroristas con carros blindados antidisturbios y comandos especializados en liberación de rehenes desde helicópteros hacen maniobras ante millones de televidentes. Pero sólo llegan noticias oficiales de manifestaciones de jóvenes quinceañeros, o estudiantes, rápidamente disueltas en una o dos cargas. Patrullas de policía yugoslavas, distribuidas en troikas compuestas de un oficial de Kosovo y dos de otras zonas dé la federación, patrullan ciudades y aldeas kosovares armados de metralletas, granadas lacrimógenas, porras y esposas.Da la impresión de que el Ejército y la policía yugoslavos maniobraran en Kosovo contra molinos de viento. Lo más que llega a hacer, según datos oficiales, el enemigo es pintar paredes con el lema de "Kosovo, república por las buenas o por las malas", con tembloroso pulso adolescente. Pero los serbios aseguran que si los contingentes especiales del Ejército y la policía salen, sería el alzamiento secesionista. Muchas casas de serbios y eslavos en general tienen colgado el siniestro cartel del éxodo, prodaye se (se vende). El remolino del odio serbio-albanés podría convertir a la zona en el epicentro de un temblor desestabilizador de los Balcanes.

Tito fue durante muchos años el número uno de los Balcanes, ese clásico barril de pólvora que preocupó durante el siglo XIX y principios del XX a sultanes, káiseres y emperadores. Ahora, el socialista griego Andreas Papandreu reclama su parte de protagonismo y enarbola el lema de la desnuclearización de los Balcanes, entrando al respecto en curiosa resonancia con el búlgaro Todor Yivkov, principal apoyo de la política soviética en una zona que engloba a Rumanía y Bulgaria (Pacto de Varsovia), Turquía y Grecia (OTAN) y Yugoslavia y Albania (formas reunidas de neutralismo).

Estados Unidos y Turquía están en contra de esa idea, y los yugoslavos se limitan a manifestar su interés "respecto a una desnuclearización de Escandinavia y los Balcanes". Belgrado parece preferir malas tensiones conocidas que buenos desajustes por conocer. En un intento por alejar el protagonismo balcánico de su tradicional enemiga, Bulgaria, Yugoslavia desplaza el tema de la desnuclearización a todo el Mediterráneo, menos protagonizable por Bulgaria y sus aliados. Papandreu, que leyó su primer mensaje presidencial a la nación griega junto a una foto dedicada de Tito, vendrá a Belgrado a finales de mayo.

Campos de concentración

A dos años de la muerte de Tito, Yugoslavia vive una eclosión de la libre polémica en la Prensa, probablemente sin parangón en otros países socialistas. Temas tabúes se presentan al rojo vivo, como el de los campos de concentración antiestalinistas de la isla desnuda, en los que los partidarios de Stalin pasaron años reeducándose entre trabajos forzados bajo el sol adriático, saltan a las páginas de revistas, libros best sellers y obras de teatro. Los intelectuales más conocidos de Belgrado piden en carta a la presidencia que se desempolven de los sótanos de la censura los doce filmes prohibidos de la ola negra de hace diez años y se libere al poeta que atacó la memoria de Tito a un año de su muerte. La Iglesia católica croata quiere su tumba televisada, y en Zagreb se le niega una cátedra de Sociología al ministro de Cultura de Croacia, Stipe Suvar. El rock pasota del conjunto Riblja Corba (Sopa de Pescado) canta: "Sólo los tontos se matan por ideales". La droga sigue siendo un fenómeno marginal, pero la juventud yugoslava no está a veces a la altura de la política internacional.

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