La extrema derecha, encabezada por Roberto D'Aubuisson, única beneficiaria de las elecciones salvadoreñas
Las elecciones salvadoreñas del pasado 28 de marzo, lejos de haber apaciguado la situación que sufre este país centroamericano, la ha enconado más aún. El avance electoral de la extrema derecha, en detrimento de la Democracia Cristiana de José Napoleón Duarte, impide a éste cualquier fórmula política sin contar con aquella, y permite a la extrema derecha prescindir de Duarte. La guerra puede tornarse más cruel, si cabe, de medrar esta iniciativa que daña enormemente a Napoleón Duarte, a los miembros reformistas del ejército, a la guerrilla -a la cual la extrema derecha ofrece napalm como única salida- y a algunos proyectos de¡ Departamento de Estado norteamericano de inaugurar una política de reformas que arrebate a la guerrilla su base social.
Todos han perdido en las elecciones salvadoreñas, excepto la extrema derecha. Incluso un hombre tan taciturno como el general Jaime Abdul Gutiérrez, actual vicepresidente, ha manifestado a un periodista que el resultado de las urnas ha sido el peor que cabía imaginar.El siempre ambiguo arzobispo Rivera y Damas ha expresado su temor de que con una derecha unida y triunfante aumente todavía más la represión.
Perdió Duarte, que fue el inventor de estos comicios, creyendo que iba a cosechar el mismo entusiasmo popular que le acompañó en 1972, cuando llevaba de compañero de fórmula a Guillermo Ungo, hoy presidente del Frente Democrático Revolucionario. No logró el calor del pueblo ni los votos necesarios para mantenerse en la Presidencia, y ahora tendrá que entregar el poder a quienes desconocieron su triunfo electoral de diez años atrás.
Perdió la Democracia Cristiana en su conjunto, que tendrá que bajar un peldaño más en su proceso de degradación moral para mantenerse en el poder. Durante dos años ha legitimado a uno de los ejércitos más represivos de América.
Escuadrones de la Muerte
Ahora se dispone a hacer lo propio con los inventores de los Escuadrones de la Muerte. Y lo va a hacer aceptando sus condiciones: cese de Duarte, profundización de la guerra y marcha atrás en las reformas sociales.Perdió, de momento, la guerrilla, aunque la polarización revelada por las urnas pueda favorecerle a medio plazo. Toda represión y todo recorte a la reforma agraria se traducen automáticamente en nuevos guerrilleros. Pero hay dos hechos claros: la ofensiva militar, quizá algo tardía, no logró que el pueblo siguiera su consigna abstencionista, salvo en la ciudad de Usulután, sometida durante seis días a intensos combates, y la posibilidad de una solución negociada a la guerra civil es hoy mucho más remota que hace una semana. Perdieron los militares de la Junta, que no deben sentirse nada felices de compartir el Gobierno con los mismos que ellos derribaron en octubre de 1979 mediante un golpe de Estado.
Jaime Abdul Gutiérrez fue uno de los cabecillas de aquella conspiración militar que expulsó del Ejército, entre otros, al comandante Roberto D'Aubuisson y al general José Alberto Medrano. Los dos militares, que no han cesado de conspirar durante estos últimos años, regresan ahora como cabezas de fila de dos partidos de ultraderecha.
Perdió Estados Unidos, que después de apoyar el golpe de 1979 y de airear por el mundo la imagen reformista de la Junta, tendrá que entendérselas ahora con los padres del terrorismo organizado.
Muchas piruetas dialécticas va a tener que hacer Ronald Reagan para convencer al Congreso norteamericano de que debe mantenerse la ayuda militar a El Salvador.
Perdió la Iglesia, cuya jerarquía apoyó el proceso electoral porque podría abrir caminos de moderación (el mismo argumento que empleó en México el ministro español de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez-Llorca).
Contra los jesuitas
El arzobispo Rivera y Damas admite ahora que a la Iglesia le esperan nuevos sufrimientos, sobre todo en los sectores de base más comprometidos.La banda de D'Aubuisson considera a los curas, principalmente a los jesuitas como los cumpables de que miles campesinos hayan decidido empuñar las armas.
Perdió sobre todo el pueblo salvadoreño. Al margen del voto del miedo, casi todos los votantes decian que iban a las urnas para que terminase la guerra. Pero el resultado electoral dice que la guerra va a setr más intensa, más cruel si cabe.
Ningun civilque viva en la zona de combate podrá sentirse seguro.
La diáspora salvadoreña crecerá, sin duda, en los próximos meses.
Futuro sombrío
Ganó sólo la extrema derecha, que consigue en las urnas legitimar su política de asesinatos, torturas y violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Los grandes oligarcas que siguen manejando la política salvadoreña desde Miami deben sentirse felices del resultado electoral.Nadie duda de que intentarán cobrarse con creces el millón y, medio de dólares que aportaron a la campaña de D'Aubuisson, que en seis meses ha hecho de ARENA el segundo partido político del país, con un proyecto político que, salvando las distancias, difiere muy poco del que hizo de Ronald Reagan un ganador: reducción de impuestos, aumento de los gastos de defensa, recortes en los programas sociales y alto a los comunistas al precio que sea.
Su explicación a la guerra total no admite dudas: "Cuando Alemania bombardeó Londres, no avisó antes para que evacuaran a los civiles". Sólo le faltó decir que Hitler es su prototipo.
Sombrío futuro el que espera a El Salvador. Después de las elecciones todo queda mucho peor que antes. Ha sido como echar marcha atrás dos años y medio en el túnel del tiempo.
Sólo que con 32.000 muertos en su memoria histórica, aunque con argumentos distintos de los empleados por el presidente de la Democracia Cristiana, Julio Rey Prendes, su enfática conclusión puede ser válida: "Dios salve a El Salvador".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Roberto D’Aubuisson
- Guerra civil
- José Napoleón Duarte
- El Salvador
- Caribe
- Centroamérica
- Derechos humanos
- Personas desaparecidas
- Casos sin resolver
- Ultraderecha
- Guerra
- Dictadura
- Latinoamérica
- Gobierno
- Casos judiciales
- América
- Ideologías
- Elecciones
- Administración Estado
- Conflictos
- Política
- Administración pública
- Sociedad
- Justicia