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Entrevista:

Fernando Savater: "La gente se desentiende de la política porque ésta ignora a la gente"

Fernando Savater (San Sebastián, 1947), que anteayer ganó por unanimidad, en Barcelona, el premio Anagrama de ensayo (véase EL PAIS de ayer), estima que la gente no se interesa por la política, en España y en otros países, porque la política padece de la funesta manía de olvidar a la gente. Este filófoso, que de manera constante expresa en diversas tribunas públicas su pasión por la vida cotidiana, explica, en estas declaraciones su consideración acerca de la ética, fundamento del libro Invitación a la ética, por el que acaba de ser galardonado. El jurado que se lo concedió estuvo compuesto por Salvador Clotas, Hans Magnus Enzensberger, Luis Goytosolo, Román Gubern, Vargas Llosa y el editor Jorge Herralde.

Pregunta. ¿,Qué relación hay entre el ensayo premiado y el concepto filosófico de ética?

Respuesta. Es un intento de fundamentar la ética desde unas interrogantes muy generales. La obra está dividida en tres partes. La prirnera va dirigida hacia la ética, entendida como fundamento de la virtud y la elección entre bien, mal; el tema de la libertad, la posibilidad de superar el determinismo y, por último, si es posible, la ética. La segunda parte, el propiamente contenido ético. Se refiere a la razón amoral y es el problema nuclear de la ética, tratado de una manera apolítica y oracular. El tercer elemento se refiere al más allá de la ética. La ética alcanza una frontera que le rebosa.

P. El tratamiento del tema ¿no es una especie de juego expositivo?

R. El ensayo es más conjetural, trata de problemas académicos e invita a una reflexión más personal. Hay un apéndice dedicado al marqués de Sade, porque se refiere a la voluntad de dolor del prójimo como deseo personal. Esta pretensión arruina todo intento de moral.

P. ¿No se transforma usted en un moralista?. ¿Quién tiene razón entonces?

R. O yo tengo razón o la tiene él. La mía la apoya más gente. Sade tiene una posición más radical.

P. ¿Qué visión tiene un ensayista de ética sobre la atmósfera política?

R. La gente no se interesa por la política, porque la política no se interesa por la gente. La política oficial, electoralista, de sustitución en la cumbre del poder provoca que la gente tienda a divorciarse de ella, porque no se plantea sus problemas. Entonces se dedican a mejorar o transformar su vida cotidiana y a adoptar determinados comportamientos vitales.

P. ¿Cuál es el papel del filósofo en este estado de cosas?

R. El filósofo debe estar siempre presente. Debe dar instrucciones y tratar de abrir un espacio para el pensamiento, anegado por consignas y propagandas.

P. ¿Distingue en su obra el concepto de ética y el de moral?

R. Sí, es un libro de ética. Moral es lo que tenemos y ética la reflexión sobre esa moral. Pero hay un sentido que me interesa especialmente: la expresión "tener la moral alta", "tener mucha moral", etcétera..., que contiene, en cierto modo, el verdadero significado de la palabra moral. Hay gente amoral e inmoral, pero no creo que se pueda ser amoral sin tener la moral alta.

P. ¿Ha tenido en cuenta, al publicar ensayos, que éste es un género más difícil de comercializar que otras manifestaciones de índole literaria?

R. A pesar de que comencé por los ensayos, con los que no se alcanzan altos niveles de popularidad, siempre he vendido bien mis libros. Creo, que han tenido una audiencia mayor que la que merecen por sus propios méritos.

P. Por su trayectoria actual e incluso con la concesión del Premio Anagrama, ¿puede decirse que es menos incómodo usted en los sistemas y que es más tolerado por sus antiguos detractores?

R. Cada vez soy menos "enfant terrible". Sin embargo, uno siempre es favorecido por unos y atacado por otros. No tengo ninguna obsesión por mantenerme en un tábano. Mis obras sientan mal todavía en un sector, quizá porque se ha ampliado la audiencia. Tampoco pretendo exclusivamente ser molesto, ni pretendo estar exclusivamente a la contra.

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