Los paisanos, a distancia

Para el jueves han prometido almohadillas que aliviarán los rigores del táblex donde se asienta la Prensa. Ayer volvieron las hojas de servicio del capitán de navío Camilo Menéndez Vives, del coronel José Ignacio San Martín y del coronel de la Guardia Civil Manchado. Algunas líneas claramente perfiladas en la defensa del primero y lucubraciones para todos los gustos en cuanto al sentido de los folios solicitados al relator por los defensores de los restantes y del teniente coronel Tejero. Pequeños despuntes y curiosidades complementarias surgidas lateralmente al hilo de algunas declaraciones.En la declaracióri del teniente coronel Fernando Pardo de Santavana y Coloma surge otra vez el terior de las instrucciones dadas a las unidades de la División Acorazada Brunete número 1, que tenían señalada la ocupación de diversos objetivos en Madrid: no permitir elue se acercaran paisanos, y si ese acercamiento se producía en actitud hostil, disparar primero al aire, luego a tierra y finalmente a dar.

Las declaraciones de los testigos van desgranando valoraciones sobre los protagonistas. El general Juste aparece inseguro y desconcertado. Torres Rojas, enterado y añadiendo detalles de buena tinta sobre la Reina. El coronel San Martín, apagado en la DAC y falto de convicción al aceptar la encomienda de disuadir a Pardo Zancada en el Congreso. Saltan pequeños detalles, como el mensaje que el comandante de Intendencia de la Armada Núñez Simón consiguió hacer llegar al presidente Suárez de parte del almirante Arévalo Pelluz, jefe del Estado Mayor de la Armada. Insólito que un coronel de la Guardia Civil, en coche oficial y de unifiorme, no consiguiera superar la desviación de tráfico establecida en la Cibeles.

Dos anticipaciones horarias. Ayer, el teniente coronel José Luis Somalo Aznar aclaró que en la reunión de las 10.20 horas en Capitanía, el general Milans adelantó el resultado de la intervención que se preparaba: la formación de un Gobierno presidido por el general Armada y el nombramiento del propio Milans como presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor. Nadie pidió aclaraciones ni aludió a las Reales Ordenanzas, cuyo artículo 34 hubiera podido disuadir de los planes de Valencia.