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Reportaje:El proceso por la rebelión militar del 23 de febrero

El tribunal rechaza la lectura de un informe sobre terrorismo de 'El Alcázar' como prueba de la defensa

La séptima sesión de la vista que se sigue contra los 33 procesados por el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, se inició ayer con la presencia en la sala del director de Cambio 16, José Oneto, que realizará la crónica del juicio para Diario 16, medio al que le fue retirada la credencial el pasado martes. El momento más tenso de la sesión de la mañana se produjo cuando el presidente del Tribunal denegó la lectura de un informe sobre terrorismo en 1980 del diario El Alcázar que había sido pedida, como prueba de la defensa, por el abogado del general Torres Rojas, Gerardo de la Quintana. El abogado pidió que constara en acta su protesta, actitud a la que se unieron otros doce defensores. Durante la sesión se concluyó la lectura de los folios pedidos por Ramón Hermosilla, entre los que figuran las declaraciones de quienes estaban entonces al mando de las distintas capitanías generales, y se realizó la de las partes sumariales pedidas por el abogado de Torres Rojas.

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Fue leída en primer lugar, a petición de Hermosilla, la declaración del teniente coronel Mariano Cañas, ayudante del teniente general Lluch Colominas, quien afirma que, a su juicio, la actuación del general Armada fue correcta en todo momento y no observó en él síntomas de nerviosismo. Recuerda que antes de salir para el Congreso, el procesado departió con algunas generales y le oyó pronunciar la frase "... es constitucional". Mariano Cañas precisa que, a su regreso del Palacio de las Cortes, Armada comentó que Tejero era irreductible.En parecidos términos se expresa el comandante Santiago Durán López, ayudante del teniente general Gabeiras el 23-F, al referirse a Armada, del que afirma es un gran jefe y un perfecto caballero. Atestigua que la noche de la ocupación del Congreso, el comportamiento de Armada en el Cuartel General del Ejército fue normal y no hizo ningún comentario desfavorable a la solución del problema creado con la acción de Tejero, por lo que el testigo señala que su cese le produjo sorpresa. Recuerda Santiago Durán que cuando el día 24 de febrero Milans del Bosch fue llamado a Madrid por Gabeiras, aquél pidió hablar con Armada y que la entrevista entre ambos, que se celebró en el antedespacho del ministro de Defensa, se desarrolló en términos correctos, aunque no pudo escuchar su contenido.

A petición también del defensor de Armada, el relator leyó luego la declaración del teniente coronel de la Guardia Civil Barrios Rueda, quien en las fechas del intento de golpe era jefe del servicio de vigilancia y seguridad del Cuartel General del Ejército. El mismo relata que conoció a Armada en el despacho de Asuntos Generales en donde este se vió normalmente con Gabeiras en varias ocasiones. Afirma que oyó que Armada trataba de arreglar la situación creada por Tejero y que su conducta fue de máxima corrección y normalidad durante toda la noche.

El teniente coronel Arturo Baquero, del que se leyó también la declaración, afirma que le sorprendió que Armada vistiera uniforinidad de diario, ya que por la mañana participó, en compañía de Gabeiras, en los actos de la Brigada Paracaidista.

Se inició luego, a petición del abogado Hermosilla, la lectura de una serie de declaraciones efectuadas por sargentos y cabos primeros de la Guardia Civil presentes en el Congreso. Juan Muñoz Morales, cabo primero del destacamento de Tráfico de Villalba, afirma en su declaración que no entró en el hemiciclo del Congreso, no efectuó ningún disparo, ni sometió a coacción a persona alguna. Recuerda que fue llamado en la tarde del 23-F para pasar revista en el parque de automovilismo, donde un capitán del subsector les ordenó seguirle, diciendo que asumía toda la responsabilidad. Llevaba cajas de leche al Congreso. Ramón Hermosilla pidió que se suspendiera la lectura de esta serie se declaraciones de suboficiales de la Guardia Civil, pero solicitó del tribunal que fueran tenidos en cuenta los folios de las declaraciones en los que, a su juicio, se acredita que ninguno de dichos suboficiales conversó con el comandante Bonell, ayudante de Armada, ni con ningún otro comandante de Infantería en la tarde-noche del 23 de febrero.

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Declaraciones de capitanes generales

Posteriormente, el defensor del general Armada solicitó que se leyeran las declaraciones de varios capitanes generales, con mando de región militar en la fecha del 23 de febrero, referidas al concepto que tienen de aquél y de su actitud en aquella jornada. A este respecto, el capitán general de la I Región Militar, Guillermo Quintana Lacaci, relata en su declaración que, informado del asalto al Congreso, se puso en contacto con Gabeiras que le ordenó que acuartelara las tropas y concentrara el grupo de operaciones especiales. Telefoneó al general Juste, jefe de la División Acorazada, quien le dijo que estaban a punto de salir unas unidades por orden del teniente general Milans. Quintana Lacaci ordenó a Juste que mantuviera las tropas en los cuarteles, aunque reconoce en su testimonio que la unidad del comandante Pardo Zancada salió de la División sin permiso.

Precisa tambien en su declaración que cuando tuvo noticia de que el general Torres Rojas se encontraba en el Cuartel General de la División Acorazada, telefoneó al capitán general de la VIII Región Militar, quien le pidió que ordenara a Torres Rojas que regresara a La Coruña. Afirma Quintana Lacaci que supo que el Rey no apoyaba la operación y que llamó a Milans, quien le aseguró que no había sacado las tropas ni los tanques a la calle. Volvió a llamar al capitán general de Valencia cuando conoció la difusión de su bando y aquél le dijo que lo había publicado para cuidar el orden en aquella provincia. Quintana Lacaci recuerda que pidió a Milans que ordenara a Tejero y a Pardo Zancada que depusieran su actitud, y aquél le comunicó que no podía hacerlo porque no tenía jurisdicción sobre ellos.

El abogado Hermosilla renunció a la lectura del resto de la declaración de Quintana Lacaci y solicitó se relatara el testimonio de Pedro Merry Gordon, que el 23-F era capitán generál de la II Región Militar (Sevilla). Este manifiesta que, a partir de las siete menos cuarto de la tarde de ese día, de acuerdo con la JUJEM, ordenó el acuartelamiento de las tropas, la Alerta 2 y la operación Diana. Declara Merry Gordon que a las 18,40 le llamó por teléfono Milans para comunicarle las medidas que había adoptado en su región militar, y que él respondió que quedaba enterado del tema. También recuerda que recibió el télex del Rey ordenándole que mantuviera el orden constitucional y que para cualquier medida militar debía contar con la aprobación de la JUJEM.

Señala, así mismo, Merry Gordon cómo en varias ocasiones habló con el Rey quien, según afirma, le agradeció la actuación de la II Región Militar. A preguntas del juez instructor, Merry Gordon dice que tiene un concepto inmejorable del general Armada como profesional y como persona.

El relator leyó más tarde la declaración del teniente general Arozarena, que el 23-F era director del Centro de Estudios Superiores de la Defensa Nacional (CESEDEN), quien manifiesta que consideraba al general Armada un profesional muy preparado e incapaz de llevar a cabo ninguna acción en contra del Rey o de España.

Ramón Hermosílla, defensor de Armada, solicitó luego la lectura de la declaración del teniente general Elícegui Prieto, que el 23-F estaba al mando de la V Región Militar (Zaragoza), quien indica que, poco después de conocer el asalto al Congreso, recibió una llamada telefónica de Milans que le dijo que se iba a producir una masacre en el mismo y que él iba a difundir un manifiesto. Elícegui Prieto declara que él prefirió informar se antes y por ello telefoneó a Gabeiras, quien le manifestó que la orden de acuartelamiento estaba bien dada.

El Rey: "Se utiliza mi nombre en falso"

El entonces capitán general de la V Región Militar revela que a las 20 horas de la noche del 23 de febrero recibió una llamada telefónica del Rey, quien le dijo: "Elícégui, se está utilizando mi nombre en falso. Trabaja con los gobernadores civiles y si tienes alguna duda llámame". También recuerda que, en la noche del 23-F, Laína le explicó que que estaba dispuesto a llevar a cabo el asalto del Congreso con GEOS, y le pidió que hablara con Milans para convencerle de que retirara el bando. Este le contestó por teléfono que sólo lo retiraría si el general Armada se hacía cargo del gobierno.

En una segunda declaración de Elicégui Prieto, que se leyó a continuación, éste indica que conoció a Armada cuando ambos eran alumnos de la Escuela de Estado Mayor y que le consideraba un caballero y un buen compañero. Comentó a este respecto que mientras Armada fue secretario del príncipe y luego Rey, Juan Carlos, fue leal al mismo y nunca, ni siquiera después de dejar su cargo en la Zarzuela, hizo comentarios jocosos respecto a la familia real ni desveló nada relacionado con su destino. Revela que durante la noche del 23-F mantuvo varios contactos con Armada en quien vió una actitud favorable a solucionar la situación creada por el asalto al Congreso de los Diputados.

El entonces capitán general de Valladolid, teniente general Angel Campano, afirma en su declaración que Armada tenía una. gran preparación y era leal al Rey. A las once de la noche del 23 de febrero, habló con Armada, que estaba en el despacho de Gabeiras y éste le dijo que no había recibido ningún encargo del Rey y que, en caso de que se produjera, lo recibiría a través del entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército.

Por su parte, el teniente general Luis Polanco, capitán general de la VI Región Militar (Burgos) afirma conocer a Armada, con quien tuvo un trato continuo y del que afirma que tiene una gran capacidad. Según el testimonio del teniente general Polanco, Armada es incapaz de hacer ningún mal.

El teniente general Jesús González del Yerro, capitán general de Canarias, testimonió ante el juez instructor, según consta en su declaración, que una vez que tuvo noticia del asalto al Congreso ordenó la puesta en marcha de la operación Diana y el acuartelamiento de las tropas. A las 19,10, hora peninsular, telefoneó a Gabeiras. Cogió, recuerda, el teléfono Armada, quien le puso en contacto con Gabeiras a quien comunicó que no había novedades en Canarias. Indica que también llamó al Palacio de la Zarzuela y a la JUJEM para dar novedades y que a las 10 de la noche, hora canaria, recibiouna llamada de Milans que le dijo que temía una masacre en el Congreso, que se debía evitar.

Declara González del Yerro que Milans le manifestó, a este respecto, que la solución podría ser un gobierno presidido por Arrmada y le preguntó su opinión sobre la iniciativa. El capitán general de Canarias precisa que le contestó que consideraba una locura la formación de un gobierno Armada con el Congreso dominado por las metralletas. A la una y cuarto de la madrugada del día 24 de febrero, hora canaria, González del Yerro recibió una llamada de Quintana Lacaci para pedirle que tratara de convencer a Milans de que depusiera su actitud y que él le contesto que sobre el capitán general de Valencia quien mejor podría influir era el Rey.

El entonces capitán general de Baleares, teniente general Manuel de la Torre Pascual, afirma en su declaración que al escuchar por la radio el bando dictado por Milans le telefoneó y le preguntó por la situación en su región. Milans le in formó del bando con la declaración del estado de excepción y le dijo que ello era conocido por el Rey. Manuel de la Torre Pascual relató luego los contactos telefónicos y por medio del télex que mantuvo con el Rey en la noche del 23-F.

La hoja de servicios de Torres Rojas

A las once y media de la mañana, y una vez concluida la lectura de las partes del sumario pedida por el defensor del general Armada, el abogado Gerardo de la Quintana, defensor del general Torres Rojas, gobernador militar de La Coruña cuando el intento de golpe y ex jefe de la División Acozarada, pidió en primer lugar que se leyeran algunos pasajes de la hoja de servicios del citado general.

Solicitó luego el abogado que se leyeran las declaraciones del teniente general Fernández Posse, a la. sazón capitán general de la VIII Región Militar (La Coruña). Indica éste en su testimonio que el general Torres Rojas se encontraba la mañana del 23 de febrero en Madrid debidamente autorizado y para resolver asuntos particulares y que regresó la noche del mismo día a su despacho oficial.

La pasividad de Juste

Gerardo de la Quintana pidió entonces que se leyeran las declaraciones del general Juste, jefe de la División Acorazada el 23 de febrero, lo que fue rechazado por el tribunal debido a que ese testimonio ya fue leído a petición del fiscal en las primeras sesiones de la vista. Alegó el defensor de Torres Rojas que en aquella ocasión la declaración fue leída sin que se dejara constancia de las preguntas, pero el presidente del tribunal siguió denegando la petición.

Sí accedió el tribunal a que se leyeran, a petición del mismo abogado, las declaraciones del general Fernando Ortiz Cal, que mandaba unas de las brigadas de la Acorazada en el momento de la intentona. Señala este general que, a las tres de la tarde del 23 de febrero, recibió en su casa una llamada telefónica del procesado comandante Pardo Zancada, quien le anunció que se iba a celebrar una reunión en el cuartel general de la división, a la que concurrirían los generales Juste y Torres Rojas, así como otros jefes y oficiales de la Acorazada. Ortiz declara que llego allí sobre las seis de la tarde y que le extrañó que estuviera presente el general Juste, al que suponía en visita de inspección en Zaragoza, donde se encontraban de maniobras algunas unidades de la división.

El general Ortiz Cal afirma en su declaración que, como iba de paisano, le indicaron que vistiera el uniforme, al tiempo que le dijeron que cumpliera unos objetivos que1e entregarían por escrito. Asegura también que le explicaron que toda la operación estaba mandada por el Rey. Cuando estaba en su casa poniéndose el uniforme, añade el general, se enteró de los que estaba sucediendo en el Congreso. Luego, ya en la sede de su brigada, recibió una llamada del capitán general de Madrid, teniente general Quintana, quien le ordenó que acuartelara a sus tropas. Comunicó entonces con el cuartel general de la división y el general Juste le confirmó que quedaban suspendidas todas las órdenes dadas con anterioridad. Afirma asimismo que las órdenes se las dieron los jefes y oficiales del estado mayor de la división y que el general Juste no dio ninguna y permaneció en estado pasivo, lo que, a su juicio, "era contrario a la actitud habitual".

En torno a la reunión celebrada en el cuartel general de la División Acorazada y a las órdenes impartidas para poner en movimiento algunas de sus unidades versaron igualmente las declaraciones, cuya lectura siguió pidiendo el defensor de Torres Rojas, de jefes entonces destinados en la Brunete.

El general Arnáiz Torres, entonces coronel jefe del regimiento mixto de Ingenieros de la división, señala que fue llamado también por Pardo, quien le dijo que Torres Rojas se encontraba en el cuartel general y que quería saludarle. Cuando llegó allí, se dio cuenta de la presencia de Juste e indica que, en la reunión que tuvo lugar a continuación, Pardo afirmó que se iban a producir una serie de hechos graves, de los que estaban in formados el Rey y, el general Armada. Según las versión del general Arnáiz, Torres Rojas añadió que incluso la Reina estaba al tanto.

Incorporado a su regimiento, Arnáiz recibió la llamada del capitán Tamarit, del estado mayor de la división, quien le comunicó la clave lunes, a partir de la cual debía ejecutar las órdenes cursadas y que, en su caso, consistían en la ocupación de cinco emisoras. Una de sus unidades ocupó efectivamente Radio Popular de Madrid, pero fue retirada cuando el estado mayor de la Acorazada suspendió las órdenes enviadas anteriormente. En una segunda declaración el mismo general asegura que Juste mandó en todo momento la división, aunque las órdenes fueron transmitidas por su estado mayor, y que el general Torres Rojas, durante la reunión, se puso a las órdenes del general jefe de la Brunete.

El coronel Manuel Cervantes, que mandaba la Agrupación Logística número 1 de la división, cuenta en su testimonio cómo recibió una llamada del cuartel general para que acudiera a saludar a Torres Rojas. Cuando llegó allí, Pardo Zancada estaba ya narrando su visita a Milans del Bosch. Relata entonces el coronel Cervantes la distribución y posterior suspensión de órdenes y subraya que el general Torres Rojas no dio explicación alguna de su presencia en el cuartel general de la división ni hizo alusión a su regreso a La Coruña.

"Primero al aire, luego al suelo y después a dar"

En una segunda declaración, el mismo coronel afirma que creía, sin poder asegurarlo, que en aquella reunión el general Torres Rojas confirmó todo lo dicho por Pardo Zancada y que no recordaba si el coronel San Martín, jefe de estado mayor de la Acozarada, dijo algo. En todo caso, asegura que el general Juste no fue suplantado en ningún momento.

Otros de los asistentes a la reunión, el coronel Joaquín Valencia, jefe del regimiento Villaviciosa, cuya declaración fue leída a continuación, relata cómo acudió tarde al cuartel general de la división porque estaba almorzando fuera de casa y tardó en ser localizado. Cuando llegó le explicaron que su misión era ocupar Prado del Rey, ante. lo cual regresó a su despacho y ordenó que salieran tres escuadrones, uno de los cuales, mandado por el capitán Martínez Merlo penetró en las instalaciones de radio y televisión mientras otros dos permanecían en las inmediaciones. Explica el coronel Valencia que no recibió orden de interferir en la progamación, sino de evitar que se difundiera cualquier información, y que sus tropas regresaron cuando el capitán general de Madrid y el general Juste le ordenaron la suspensión de las órdenes.

Sobre la reunión, el coronel Valencia afirma que cree que fue San Martín quien dijo que lo que iba a ocurrir lo conocía el Rey.

En su declaración, el coronel Antonio Centeno, jefe entonces de uno de los regimientos mecanizados de la división, repite, más o menos en idénticos términos que los anteriores, cómo fue citado por teléfono por Pardo y cómo encontró en el cuartel general de El Pardo a Torres Rojas. De acuerdo con su relato, tras la intervención de Pardo en la tantas veces citada reunión, el general Torres Rojas dijo que se trataba de una acción por el bien de España y que los Reyes lo sabían. En cuanto al general Juste, el coronel Centeno señala que, durante toda la reunión, estuvo pensativo y preocupado y que, a su juicio, eso no era norma habitual en él.

Finalizó esta sucesión de declaraciones con la lectura de la del coronel José Pontija, jefe el 23 de febrero de otro de los regimientos de la División Acorazada. Señala el coronel que, en la reunión, San Martín pidió que dejaran hablar a Pardo para exponer los detalles de una operación que, según éste, apoyaban el Rey y el general Armada y que estaría motivada por un hecho grave, pero nadie concretó de qué hecho se trataba. Pontija añade que, según su impresión personal, Torres Rojas no dio orden alguna y que el general Juste mandó en todo momento la división, aunque dejó hacer a su estado mayor, por lo que su actitud fue más bien de aquiesciencia.

Asegura en su declaración el general Pontija que en las órdenes recibidas del estado mayor de la Acorazada se indicaba que, si las unidades que salieran a la calle eran hostigadas por grupos civiles, se disparara "primero al aire, luego al suelo y después a dar".

Denegada la lectura de un informe de 'El Alcázar'

Gerardo de la Quintana pidió a continuación que de leyese, como prueba de la defensa, el informe sobre terrorismo en 1980 publicado por el diario El Alcázar, que está incluido en el sumario. El tribunal denegó la prueba, ante lo cual el defensor de Torres Rojas pidió que constara en acta su protesta a efectos de casación. Se unieron a la protesta los abogados López Montero (de Tejero), Zugasti (del capitán Batista), Muñoz Perea (del capitán Pascual), de Miguel (de Camilo Menéndez, Pardo Zancada y García Carrés), Segura (del capitán Muñecas), de Meer (del capitán Dusmet), Ortiz (del teniente Izquierdo), Liñán (del capitán Román), Salva Paradela (del teniente Alvarez Fernández), Novalvos (del teniente Boza), Gómez García (del capitán Alvarez Arenas) y Hernández Griño (del teniente Ramos).

El defensor de Torres declaró entonces que no solicitaría ninguna lectura más, pero que se reservaba la facultad de pedir otras más adelante. En ese momento, el abogado de Armada, Ramón Hermosilla, pidió a Quintana que concretara los folios cuya lectura se reservaba, ante lo que éste respondió que se trataba de los folios que considerara más oportuno para el desarrollo de su defensa. El presidente del tribunal indicó entonces que se reservaba también el derecho de aceptar o denegar la lectura de esos folios.

Camilo Menéndez en el Congreso

Eran las dos menos veinte de la tarde cuando el presidente del tribunal indicó al abogado Adolfo de Miguel, defensor del capitán de navío Camilo Menéndez, del comandante Pardo Zancada y del civil Juan García Carrés, que podía solicitar la lectura de las diligencias del sumario que considerara oportuno. El letrado pidió se leyera el télex remitido por el Rey a Milans en la madrugada del 24 de febrero. En el mismo el Monarca le comunicaba que tenía la decisión de mantener el orden constitucional y que cualquier golpe de Estado sería contra él. El Rey pedía también a Milans que retirara las unidades de Valencia, que con-

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venciera a Tejero para que depusiera su actitud y le aseguraba que no abdicaría de la corona.

A peticición de Adolfo de Miguel, se leyó luego la declaración certificada del teniente general Ignacio Alfaro Arregui, que el 23-F era presidente de la JUJEM. El mismo indica que, al tener conocimiento de la ocupación del Congreso, decidió que el organismo que presidía se constituyera en sesión permanente. Revela que el director general de la Guardia Civil le había comunicado que Tejero le había dicho que no recibiría más órdenes que las procedentes de Milans. Precisa que la JUJEM estuvo en contacto permanente con la comisión de subsecretarios y que al conocer la postura de Tejero de no negociar más que con Armada, se llamé a éste para que negociara con aquel las condiciones de su rendición, condiciones que serían aceptadas por el teniente coronel y por la JUJEM.

Afirma también el teniente general Ararriburu que sobre las cero horas del día 24 de febrero llegó al hotel Palace donde se encontraba el capitán de navío Camilo Menéndez, quien se puso a sus órdenes y le pidió autorización para entrar en el Congreso y dar un abrazo a su amigo Tejero. Aramburu, según consta en su declaración, le dijo que se fuera a su casa y no complicara más las cosas, pero que el capitán de navío, según supo después, había entrado en el Congreso.

Declara así mismo Aramburu que, cuando supo que había entrado en el Congreso una unidad de la Policía Militar al mando del comandante Pardo Zancada, envió allí a su ayudante para que ordenara la salida ole la misma del edificio. A su regreso, el ayudante de Aramburu, el comandante Moreno, relató que el capitán Alvarez Arenas le había dicho que únicamente obedecería órdenes de Pardo Zancada y que, por ello, no retiraría la unidad. Con respecto a este último oficial, recuerda Aramburu que en la madrugada del día 24 comunicó que negociaría, pero que antes debía hablar con sus oficiales.

El general Aramburu Topete indica también en su testimonio que Armada volvió del Congreso a las once de la mañana con la orden del presidente de la JUJEM para negociar la rendición de Tejero, cuyo pliego de condiciones, una vez consultada la JUJEM, fue firmado en los pasadizos de la cámara legisltiva.

Minutos antes de las dos de la tarde, el presidente del tribunal levantó la sesión hasta las cuatro de la tarde.

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