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El Ulster recuerda el décimo aniversario del 'domingo sangriento' de Londonderry

Andrés Ortega

El domingo 30 de enero de 1972, en la ciudad norirlandesa de Londonderry, trece católicos cayeron muertos cuando los soldados británicos abrieron fuego durante una manifestación a favor de los derechos civiles. Menos de dos meses después del domingo sangriento, el Gobierno de Londres asumió el control directo de la provincia. El secretario para Irlanda del Norte, James Prior, se está esforzando actualmente en lanzar una nueva iniciativa política para una limitada autonomía administrativa del Ulster.

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En 1971, el Gobierno británico inició su política de internamientos masivos en el Ulster de sospechosos de colaborar en operaciones terroristas.Las manifestaciones católicas en contra de esta política comenzaron a multiplicarse. El Gobierno las prohibió, pero sabía que la de aquel domingo se iba a llevar adelante.

A pesar de las instrucciones a las fuerzas de seguridad para que mantuvieran un discreta presencia, miembros del primer batallón de paracaidistas británicos abrieron fuego sobre los manifestantes. Nunca se demostró que los que murieron fuesen armados.

Tras el domingo sangriento, la tensión cobró dramáticas proporciones en el Ulster y la opinión lealista protestante se endureció, llegando incluso a pedir que se repitiera este tipo de matanza. Irlanda del Norte se volvió ingobernable para el ejecutivo local, instalado en el castillo de Stormonth (Belfast), y así, el 24 de marzo de 1972, Londres tomó el control total de la provincia, suspendiendo al Gobierno autónomo local, lógica consecuencia de la llegada de las tropas británicas en el verano de 1969.

La rebelión católica, que había comenzado en los años sesenta, logró así uno de sus propósitos al quitar el poder político de manos de los protestantes, pero llevando al Ulster a un callejón sin salida, del que, diez años después, James Prior está tratando de encontrar alguna puerta abierta.

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Elecciones en el Eire

Con algún retraso, provocado por las inesperadas elecciones en el Eire, se espera que el nuevo proyecto de ley de Prior llegue al Parlamento británico en los próximos meses.En él se contempla la creación de una Asamblea consultiva, elegida por sufragio universal, presumiblemente en el próximo otoño.

La Asamblea necesitaria un 70% de los votos para sus decisiones, garantizando así un peso a la minoría católica.

De este proceso de devolución gradual saldría un ejecutivo norirlandés presidido, sin embargo, por el secretario para Irlanda del Norte.

El proyecto no parece contemplar la cuestión fundamental del control de la política de seguridad, causa central de la supresión de la autonomía norirlandesa.

Radicalización

En los últimos meses, el Ulster se ha radicalizado. El auge del reverendo Ian Paisley como líder de los protestantes norirlandeses cuestiona la totalidad del proyecto de Prior.Pero en medios oficiales británicos se teme que el verdadero escollo para que esta ley sea aprobada provenga de algunos sectores del propio Partido Conservador, recelosos ante cualquier cambio en la situación constitucional de Irlanda del Norte.

Desde el domingo sangriento han fracasado rotundamente otros proyectos para una autonomía del Ulster, debido, fundamentalmente, a la intransigencia protestante.

En una década ha llovido mucho en el Ulster. El internamiento fue suprimido en 1976, y con él, el estatuto político para los presos relacionados con delitos terroristas.

Comenzaron entonces las protestas en las cárceles, que culminaron con la muerte, el año pasado, de diez huelguistas de hambre republicanos en la prisión de Maze, poniendo al Ulster al borde de la guerra civil y barriendo a los sectores moderados.

Con el fin de esta huelga, el 4 de octubre de 1981, el IRA (Ejército Republicano Irlandés) Provisional perdió una plataforma desde la que atraerse un amplio apoyo popular de los católicos del Ulster.

Con su influencia sobre las familias de los huelguistas de hambre, la Iglesia católica del Ulster logró socavar la fuerza del IRA y hoy día esta Iglesia está más lejos que nunca de los provisionales.

Las huelgas de hambre han quedado atrás. Los atentados, no, y convendría recordar que en la última década han muerto en el Ulster 1.025 civiles y 391 soldados y policías. Los ajustes de cuentas prosiguen.

Pero es el protagonismo de los sectores radicales protestantes el que acapara estos días las páginas de los periódicos. De ahí que el Sinn Fein provisional, brazo político del IRA, esté pensando en presentarse a todas las elecciones importantes.

El peso de los muertos

Después de todo, el año pasado, dos huelguistas de hambre lograron ser elegidos para los Parlamentos de Londres y de Dublín. El día del funeral del domingo sangriento, un nutrido grupo de irlandeses enfurecidos incendió la Embajada británica en Dublín ante la impávida mirada de la policía local.Diez años después, las relaciones entre Londres y Dublín están en auge, sea quien sea el primer ministro irlandés, pues comparten un interés común: la lucha contra el terrorismo.

Los provos no sólo quieren forzar la expulsión de las tropas británicas del Ulster y la reunificación de Irlanda, sino también una revolución social en toda la isla. Y en la última década, el Eire ha acelerado su aburguesamiento.

En este décimo aniversario del domingo sangriento sólo se prevé para mañana una manifestación en Londonderry en recuerdo de los trece muertos.

Ayer, un destacado dirigente protestante, John McKeague, de 51 años, conectado con grupos paramilitares, fue asesinado en Belfast por el Ejército Nacional de Liberación. McKeague era partidario de la acción directa contra los extremistas católicos y miembro del Comité Coordinador Lealista, organismo que reagrupa a la mayor parte de las organizaciones paramilitares protestantes clandestinas.

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