Cartas al director

Muerte en Ciempozuelos

Hemos leído en EL PAIS del 13 de octubre el artículo de Angeles García sobre la muerte en extrañas circunstancias de un interno de Ciempozuelos en el Hospital Provincial, y como padres de niños y adolescentes subnormales profundos allí internados, hemos sentido una gran indignación y pena.Pena por el triste y lamentable accidente de la muerte de Bernardo e indignación por la forma irresponsable con que se ha escrito el citado artículo, cuya redacción ofrece una imagen falsa y aparentemente malintencionada de una institución a la que cientos de familias debemos gratitud infinita.

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Hemos leído en EL PAIS del 13 de octubre el artículo de Angeles García sobre la muerte en extrañas circunstancias de un interno de Ciempozuelos en el Hospital Provincial, y como padres de niños y adolescentes subnormales profundos allí internados, hemos sentido una gran indignación y pena.Pena por el triste y lamentable accidente de la muerte de Bernardo e indignación por la forma irresponsable con que se ha escrito el citado artículo, cuya redacción ofrece una imagen falsa y aparentemente malintencionada de una institución a la que cientos de familias debemos gratitud infinita.

Los padres que tenemos hijos súbnormales profundos, y, por supuesto, la familia del pobre Bernardo, sabemos bien el riesgo continuo que les acecha y la, imposibilidad fisica de prever todas las situaciones de peligro a las que por su enfermedad están continuamente sometidos. Su propia madre así lo reconocía al doctor Egido, del Hospital Provincial, según menciona el citado artículo.

Así pues, señora o señorita Angeles García: no es necesario escribir entre comillas la última frase de su artículo lo del ojo y otras señales pueden habérselo hecho algunos compañeros..."-, pretendiendo dar a entender que el propio padre Juan de Dios está reconociendo la negligencia que unas líneas antes rechazaba de plano.

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Si se toma la molestia de visitar sin previo aviso los pabellones de niños y adolescentes del Hospital Psiquiátrico San José, de Ciempozuelos, podrá comprobar que ambos están continua y adecuadamente atendidos y, al mismo tiempo, comprender que las señales de mordiscos y magulladuras que usted pueda ver no siempre, desgraciadamente, pueden evitarse y que, por tanto, la explicación cándida que el padre Juan de Dios ha dado, y de la que usted tan malintencionadamente se ha aprovechado, es perfectamente entendible. Asimismo, que las circunstancias en que murió Bernardo Ozáez pueden ser cualquier cosa excepto extrañas.

Confiamos que la próxima vez sus artículos informen objetivamente a la opinión pública de la tremenda labor asistencial y de enseñanza que tanto los hermanos de San Juan de Dios como el equipo médico del centro están realizando, buscando el reconocimiento y apoyo de la sociedad. Quizá así pueda usted paliar en algo el tremendo daño moral que su inconsciencia ha causado./

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