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Preocupación en la CEE ante la fría acogida soviética

Soledad Gallego-Díaz

Medios próximos a la Comisión Económica Europea expresaron ayer su desaliento por la fría acogida de Moscú a la "iniciativa de Luxemburgo" para la convocator'a de una conferencia internacional sobre Afganistán. Las mismas fuentes se negaban, sin embargo, a conceder un carácter de misión imposible a la visita a la capital soviética del presidente de turno del Consejo de Ministros de la CEE, el británico lord Carrington.Portavoces oficiosos de la CEE resaltaron la Importancia que tiene para los diez el éxito de esta iniciativa, especialmente después de que los acuerdos de Venecia, para la presencia europea en la solución de la crisis de Oriente Próximo, se han convertido ya en letra muerta. Europa, afirmaron, tiene que reafirmar su existencia como un bloque desde el punto de vista diplomático, y el acuerdo de Luxemburgo, supone una base de partida interesante, también para los soviéticos, que se enfrentan a una seria oposición interior en Afganistán y al rechazo de los países del Tercer Mundo.

Medios comurutarios concedían gran importancia a la entrevista -teóricamente supersecreta- que mantuvo en el último momento lord Carrington con sus colegas francés y de la República Federal de Alemania, Claude Cheysson y Hans Genscher, respectivamente. La entrevista se celebro el pasado domingo, veinticuatro horas antes de que el ministro de Asuntos Exteriores británico emprendiera viaje a Moscú y cuando ya se conocía la reacción oficial de la agenela Tass. Es de suponer que lord Carrington, experto diplomático, habrá analizado con gran libertad la iniciativa de Luxemburgo, y que junto con sus dos importantes colegas habrá intentado precisar cuidadosamente todos sus aspectos.

La entrevista, plantea un problema lateral: la exclusión de los restantes países, comunitarios, firmantes también del acuerdo de Luxemburgo. La primera reacción airada ha llegado de Roma, donde el Gobierno del republicano Giovanni Spadolini ha hecho saber su desagrado por este encuentro trilateral. "Italia", señalaron fuentes italianas, "tiene, al menos, tanta responsabilidad en el problema de las relaciones Este-Oeste como las otras tres democracias europeas". Bélgica y Holanda, que se felicitaban por la desaparición del eje París-Bonn, contemplan también con ínquietud la aparente creación de un directorio de los tres grandes.

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