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Dos atentados terroristas en Madrid y Barcelona

Amplio despliegue operativo en Madrid y Barcelona para capturar a los "grapo"

La policía inició ayer un amplio despliegue en Madrid y Barcelona con objeto de localizar a los autores de los atentados perpetrados en ambas ciudades y que costaron la vida a un general del Ejército, un sargento y un número de la Guardia Civil, y un policía nacional. Hasta el cierre de esta edición, los funcionarios de los distintos departamentos de la Comisaría General de Información encargados de esta misión no habían obtenido resultados concretos. Con el citado despliegue se intenta romper el actual aparato armado de los Grupos de Resistencia Antifascistas Primero de Octubre (GRAPO), cuyos componentes, según fuentes policiales, no sobrepasan las diez personas, incluido su máximo dirigente operativo, Enrique Cerdán Calixto.

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Con la captura de Emilio Avelino Gómez, uno de los tres terroristas que participaron ayer en los asesinatos del general González de Souso y del policía nacional Ignacio García, la policía estima en menos de diez el número de activistas de los GRAPO, organización que tiene actualmente en prisión a la mayoría de sus dirigentes y miembros de los comandos operativos. Dada la extrema gravedad de Emilio Avelino Gómez, la policía no ha podido interrogarle.Fuentes policiales encargadas de la lucha antiterrorista señalaron ayer a EL PAIS que la dirección de los GRAPO la ostentan en la actualidad Enrique Cerdán Calixto y Juan Martín Luna, los dos únicos miembros de esta organización juzgados de la prisión de Zamora en diciembre de 1979, que aún no han sido capturados. Enrique Cerdán, siempre según las mismas fuentes, sería el máximo dirigente operativo, mientras que Juan Martín Luna estaría encargado del aparato político de propaganda y organizacion.

Enrique Cerdán, al que se le supone en Barcelona, cuenta en la actualidad con un reducido número de activistas bajo su mando, que, en opinión de la policía, integraría la totalidad del aparato armado de la organización. De esta forma los componentes de los comandos de los GRAPO que vienen actuando en los últimos tiempos serían José Jiménez Fernández, Francisco Liñeira Olveira, Miguel Angel Bergado Martínez, Alfonso González Cambeiro y Manuel Quesada Jiménez, más algún que otro militante del PCEr y varias mujeres, en su mayoría compañeras de los anteriores.

Todos ellos han sido reclutados para los GRAPO tras la detención de José María Sánchez Casas, en octubre de 1979, hecho este que significó uno de los golpes más importantes dados por la policía contra la organización, por lo que llevan poco tiempo en los comandos armados. Este es el caso de Emilio Avelino Gómez, que carecía de antecedentes, al menos como activista de los GRAPO. La policía piensa que estos terroristas, al ser pocos, se mueven con bastante facilidad por el territorio, e incluso se han dado casos que en un breve intervalo de tiempo el mismo comando ha realizado asesinatos en distintas ciudades.

Los GRAPO, según la policía, se nutren de armamento robado, generalmente los sustraídos a sus víctimas o a policías municipales y vigilantes jurados. Concretamente, una de las armas utilizadas ayer en el atentado de la calle de Hermosilla, de Madrid, fue robada el pasado 14 de abril a un policía municipal de la capital de España.

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Habitan en pisos, caso de la dirección, o en pensiones piratas, cuyos patrones habitualmente no solicitan el documento de identidad a sus huéspedes. Hacen vida normal, como si estuvieran trabajando, levantándose a primeras horas de la mañana y retirándose a media tarde o primeras horas de la noche. Durante ese tiempo recorren la ciudad, comprueban las redes de transportes y recopilan datos de las que pueden ser sus víctimas. Se da incluso el caso de que muchas de las víctimas de los atentados no son elegidas por su cargo o posición, sino al ser vistas, caso de los militares, en los recorridos de los grapo por las ciudades donde se establecen. Las citas y los contactos se hacen en la calle, generalmente en bares con teléfono, donde reciben llamadas.

Los GRAPO se encuentran en la actualidad, dado su escaso número de miembros, muy aislados, y mantienen contactos diseminados, por lo que la acción de la policía se presenta más difícil. Según fuentes policiales, han frenado la captación de masas con objeto de mantener una cobertura limitada y evitar el acoso policial.

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