Nuevos problemas políticos para Saporta
Los sobresaltos para Raimundo Saporta no han terminado. Los parlamentarios de la Comisión Mixia de Seguimiento son inasequibles al desaliento y cada semana encuentran un motivo de discusión. Saporta se salva porque en el Parlamento es Iñigo Cavero quien responde a las preguntas de socialistas y comunistas, pero en las reuniones de los diputados con los organizadores del Mundial-82 se las ve y se las desea para intentar convencer a sus interlocutores. El ambiente en la Comisión de Cultura se ha distendido un poco gracias a la victoria liguera de la Real Sociedad.
Raimundo Saporta pensó que con su designación por real decreto había resuelto todos y cada uno de los posibles problemas políticos que se le pudieran plantear. Pero surgió el colectivo de deportes del PSOE, que le puso en un brete. Saporta quiso marcharse, y mientras Clavero, entonces ministro de Cultura, pensaba en la solución del problema, Benito Castejón, ex director general de Deportes, y Pablo Porta, presidente de la Federación Española de Fútbol, pensaron en Fernando Castedo para la operación relevo. Pero a Felipe González le convino más pactar con Clavero, entre otras razones porque su colectivo de deportes había producido un comunicado poco afortunado. A Saporta le salvó la campana.El presidente del Comité Organizador del Mundial-82 le endosó el problema de las discusiones con los alcaldes socialistas al director general de la Vivienda, Angel Mario Carreño. Saporta repartió juego entre los representantes de los ministerios en el comité, para verse libre de las cuestiones políticas. El quiso quedarse con los temas relativos al balón y produjo «El Naranjito».
Saporta, que sigue impenitentemente la táctica de tratar de adelantarse a los acontecimientos, se buscó un burladero con la creación de la Comisión Mixta de Seguimiento. Con ella pretendió dar toda clase de explicaciones a los partidos políticos, sin que ninguna de las cuestiones tuviera más trascendencia que la conversación informativa entre bastidores. Pero no le ha salido bien el invento. Los diputados del PSOE y PCE en cuanto algo les huele a extraño le envían una pregunta al ministro del ramo a través de la Comisión de Cultura.
En la sesión de la pasada semana todo fue bien porque hubo un principio de juegos florales como consecuencia del triunfo de la Real Sociedad. Iñigo Cavero, que se confiesa realista, fue felicitado públicamente por el socialista Miguel Angel Martínez, que sigue apareciendo en las Cortes con su jersey rojo-furia-española. Pero, tras los parabienes, hicieron su aparición los temas que Saporta consideraba que ya tenía resueltos. El PSOE no entiende muy bien cómo se ha podido hacer tan ventajosamente la concesión a cuatro agencias de viaje (Mundispaña) de todo el paquete de entradas para el exterior cuando ello lleva aparejada una operación monopolista de las plazas hoteleras. El PSOE no ve con buenos ojos que se hagan cargo de los beneficios que puede proporcionar el turismo futbolístico solamente cuatro empresas.
Miguel Angel Martínez, que es quien vigila la aguja de marear deportiva del socialismo, ha preguntado también por el montaje de Ibermundial -empresa en la que la Federación Española de Fútbol participa con un 50%-. El diputado por Ciudad Real se está planteando el modo en cómo se puede entrar a tratar el tema de los beneficios que el campeonato proporcionará a la Federación. Se calcula que a manos de Pablo Porta irán a parar por encima de los quinientos millones de pesetas. Miguel Angel Martínez cree que este dinero debería destinarse a temas tan concretos como instalaciones populares. El beneficio del Mundial debe revertir en bienes públicos. Al PSOE le preocupa que la Federación ingrese este año tal cantidad de millones que no sepan cómo sacarles el rendimiento adecuado.
Raimundo Saporta renunció a parte de los posibles beneficios que podía haberle proporcionado Mundispaña. El PSOE pide que se controlen los precios de los hoteles durante el Mundial. Y, desde luego, ve con malos ojos que los paradores nacionales de turismo puedan ser ofrecidos, a precios políticos, a las selecciones.
