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Haig viaja a Oriente Próximo para reforzar la presencia occidental en la región del golfo Pérsico

El viaje iniciado ayer por el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, a las principales capitales de Oriente Próximo y Europa occidental girará en torno al interés de Estados Unidos por reforzar la presencia occidental en la zona vital del golfo Pérsico, donde se extrae el petróleo que consumen las economías industrializadas.

Esta gira de cinco días es analizada en términos de «estrategia global». por Washington, donde no se esperan novedades en relación con el tema palestino, centro de la polémica entre árabes e israelíes y clave del proceso de paz en Oriente Próximo iniciado con la firma de los acuerdos de Camp David entre Egipto e Israel en 1979. La gira de Haig se concentrará en persuadir a sus interlocutores de que es preciso contener a toda costa la «amenaza soviética» en la zona.Egipto, Israel, Jordania y Arabia Saudí son las cuatro etapas de Haig en la zona, para seguir (el próximo miércoles) hacia Madrid, Londres, París y Bonn antes de regresar a Washington.

La caída del sha de Irán, el proceso revolucionario islámico que le sucedió y la ocupación soviética de Afganistán son los elementos principales que han cambiado el panorama estratégico para Occidente en la rica zona petrolífera del golfo Pérsico. Estados Unidos, al margen de la histórica pelea entre árabes e israelíes, quiere asegurar su presencia en la zona e implicar en su deseo a los países europeos miembros de la OTAN.

La venta de armas a Arabia Saudí (aviones F-15 y posibles Awacs) es «reequilibrada» con la promesa de nuevos créditos a Israel para la compra de material militar estadounidense. Pero Washington desea sobre todo montar una red de bases militares permanentes en aquella área, capaz de facilitar una respuesta armada rápida en caso de intervención soviética o de un país prosoviético que pusiera en peligro el acceso a los yacimientos petrolíferos.

Las facilidades para bases militares norteamericanas en Omán, Kenia y Somalia, logradas en época de la Administración Carter, el presidente Ronald Reagan y sus estrategas quieren ampliarlas con otras bases en Egipto y Arabia Saudi.

El primer paso -y uno de los objetivos prioritarios de la visita de Haig- será formalizar la composición de la «fuerza neutral», que, de acuerdo con los compromisos de Camp David, debe establecerse en el desierto del Sinaí a finales de abril.

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La fuerza del Sinai

El Cairo es un tanto reacio a la idea de que la «fuerza neutral» sea copada por personal y material estadounidense, de 2.000 a 4.000 hombres y su equipo. Haig intentará convencer a egipcios e israrelíes del carácter «temporal» de la operación y de las posibilidades de que sólo el 50% del personal sea norteamericano. Los países europeos (más dependientes del petróleo árabe que Estados Unidos) deberían contribuir al resto. De ahí que Haig siga camino hacia Europa occidental después de su paso por Oriente Próximo, sin olvidar el resto de aspectos de las relaciones EE UU/Europa y los peligros que puede desencadenar la crisis de Polonia.

Las iniciativas para una solución del tema palestino, punto clave que paraliza el progreso de los acuerdos de Camp David, respetados en sus términos por la nueva Administración republicana del presidente Reagan, quedan para una segunda etapa. No serán asunto prioritario durante esta visita de Haig a Oriente Próximo.

Es improbable que a corto plazo Washington cambie de opinión en el conflicto palestino, cuando en todas las declaraciones públicas norteamericanas se califica a la OLP de «organización terrorista». Y sin la participación de la OLP mal se ve cómo pueden progresar las soluciones para la autonomía palestina.

Ganar el terreno perdido para, Estados Unidos en la zona del golfo Pérsico es el primer objetivo. Las bases, o las facilidades para bases, son además imprescindibles para operaciones a larga distancia de la denominada fuerza de despliegue rápido, creada dentro del Ejército norteamericano con la misión de intervenir urgentemente en cualquier parte del globo.

Haig, cuestionado

En el contexto político estadounidense, la gira de Alexander Haig llega en un momento de duras críticas contra su persona por parte de medios políticos y periodísticos norteamericanos. Críticas fundadas en sus ansias de protagonismo en asuntos de política exterior y demostradas, una vez más, con su anuncio, el 30 de marzo, de hacerse cargo provisionalmente de la Casa Blanca momentos después del intento de asesinato contra el presidente Reagan y en ausencia de Washington del vicepresidente Bush.

La «gira de Haig, por tanto, debería servir para mostrar a la opinión pública y al Congreso de Estados Unidos las cualidades estratégicas del ex general, hoy convertido en diplomático, en un capítulo tan delicado como es la situación en Oriente Próximo y las relaciones con los aliados europeos.

El calendario del periplo del secretario de Estado, programado con anterioridad al atendado con tra el presidente Reagan, muestra también la normalidad con que este país lleva adelante su política, a pesar del sobresalto emocional que originó el criminal atentado de Washington.

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