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Madrid cuenta con cuarenta importantes edificios de estilo noemudéjar

Al menos una cuarentena de importantes edificios de estilo neomudéjar lograron subsistir a la piqueta y a la especulación y constituyen hoy (protegidos por el Plan Especial de Madrid) una de las muestras más interesantes en su conjunto de los restos de la monumentalidad madrileña. En su mayoría conventos, asilos y hospitales, el estilo neomudéjar, que se desarrolló a finales del pasado siglo y a principios del actual, sorprendentemente despreciado por la intelectualidad de la época, se caracteriza por el empleo constructivo y estilístico del ladrillo, en unos criterios de simplicidad, claridad y economía propios de los cortos presupuestos de la época.

Las Escuelas Aguirre (en Alcalá, 62) se pusieron de moda en las últimas semanas: más de 30.000 madrileños las visitaron. Y no por un interés netamente arquitectónico o por un afán cultural-histórico-artístico, sino por un motivo más prosaico: allí se repartieron las famosas tarjetas de aparcamiento para residentes en el centro de la ciudad. Las Escuelas Aguirre son, probablemente, uno de los principales exponentes del estilo neomudéjar y, por suerte, se mantienen en buen estado de conservación y lejos del alcance de la especulación, pese a estar ubicado en el mejor sitio de Madrid, frente a la entrada del Paseo de Coches del Retiro.Peor suerte corrieron la antigua plaza de toros de Madrid (1874), situada donde hoy está el Palacio de los Deportes; el asilo de las Mercedes, el convento de la Concepción Jerónima o el asilo de San Rafael, por citar sólo unos ejemplos. La antigua plaza de toros, obra de Emilio Rodríguez Ayuso, uno de los arquitectos más destacados del pasado siglo, fue el punto de arranque del neomudéjar, que, con el tiempo devino en prototipo y rompió, al menos en las construcciones oficiales, con el estilo Segundo Imperio. Rodríguez Ayuso impuso de algún modo el empleo del ladrillo, simple y económico, en un revival de algo tan ligado a nuestra conciencia histórica como el mudéjar (estilo que floreció en los siglos XIII y XIV).

Estilo para las obras públicas de carácter social

La influencia de Rodríguez Ayuso pronto se deja notar en Madrid, y son los arquitectos madrileños (primeras generaciones de la Escuela de Arquitectura, independizada en 1844 de la de Bellas Artes) los que van a desarrollar el nuevo estilo en las obras públicas que el Estado (en plena Restauración) se había empeñado en emprender en los últimos años de un siglo donde la palabra mágica es progreso: hospitales, asilos, escuelas, conventos e iglesias.En una ciudad como Madrid, donde se ha descuidado la conservación, y en muchas ocasiones propiciado el derribo de los monumentos, la subsistencia de esta cadena de edificios neomudéjares es, evidentemente, un motivo de satisfacción para los entusiastas del arte. Bastaría con darse un paseo por la ciudad.

Junto con la ya citada plaza de toros (desaparecida), la antigua escuela de Veterinaria (1877), el actual museo de Ciencias Naturales (1881), las Escuelas Aguirre (1884), la iglesia de San Fermín de los Navarros (1885-1891), el hospital de la Cruz Roja (Reina Victoria) y la Escuela Superior del Ejército, son los exponentes más destacados del neomudéjar, que, si no fue un estilo único y uniforme (convivían muchas tendencias), sí es destacable por su amplia producción en aquellos años del final del siglo XIX.

El ICAI (en Alberto Aguilera); el matadero municipal, aún en funcionamiento; que el arquitecto Bellido tardó veinte años en construir (1908-1928); la residencia de estudiantes de Flórez, son otros ejemplos destacados. La plaza de toros de las Ventas (1932) es el más reciente de los edificios neomudéjares y, en su arquitectura se nota ya el fin de la época del neomudéjar.

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