Cartas al director

En defensa del ministro

En el editorial titulado «El crimen de Soria», del pasado 24 de julio, se alude de pasada al tema de la película El crimen de Cuenca. A este respecto, quisiera puntualizar algunas cuestiones.

El Crimen de Cuenca iba a ser estrenada el 3 de diciembre del pasado año, estreno que fue suspendido, pues el entonces ministro de Cultura, Manuel Clavero Arévalo, y el entonces director general de Cinematografía, Luis Escobar de la Serna, hoy gobernador civil de Salamanca, decidieron denunciar a la autoridad judicial dicha película, por presunción de posible delito.

Interrumpi...

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En el editorial titulado «El crimen de Soria», del pasado 24 de julio, se alude de pasada al tema de la película El crimen de Cuenca. A este respecto, quisiera puntualizar algunas cuestiones.

El Crimen de Cuenca iba a ser estrenada el 3 de diciembre del pasado año, estreno que fue suspendido, pues el entonces ministro de Cultura, Manuel Clavero Arévalo, y el entonces director general de Cinematografía, Luis Escobar de la Serna, hoy gobernador civil de Salamanca, decidieron denunciar a la autoridad judicial dicha película, por presunción de posible delito.

Interrumpida desde ese momento la tramitación de la licencia, empezó a correr el plazo de dos meses que, una vez transcurridos, por silencio administrativo, obliga a la entrega de la susodicha licencia.

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El 1 de febrero de este año, antes del transcurso del plazo de dos meses, el juzgado militar permanente de la Capitanía General de Madrid ordenó el secuestro de la película, si bien asistió al Festival de Berlín, en uso,, por parte del festival y de la productora, de su soberanía e incontestable libertad.

Como director general de Cinematografía, asistí a la presentación del filme, con él apoyo del ministro de Cultura, cuando otros representantes oficiales, como el cónsul de España en Berlín, tenían prohibida su asistencia.

El Consejo de Ministros, a propuesta del de Cultura, aprobó, el 6 de junio, que, en el futuro, no podría la Administración retener la licencia de exhibición sin por ello inhibirse de los deberes que a todo ciudadano español exige la ley de Enjuiciamiento Criminal.

Quiero puntualizar todo esto porque se une el tema de El crimen de Cuenca con un ministro que, en lo que a mi parcela se refiere, ha luchado muy directamente por la libertad de expresión, acudiéndose, en cambio, por bastantes periodistas, a sucumbir a la inexactitud en aras de ciertas licencias de estilo que consideran brillantes.

director general de Cinematografía.

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