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El presidente italiano no quiere ministros sospechosos de corrupción

Juan Arias

Hoy o, lo más tarde, el sábado por la mañana, Francesco Cossiga, presidente del Consejo de Ministros, encargado de formar Gobierno, presentará al jefe del Estado, Sandro Pertini, la lista de los ministros del nuevo Gabinete de centro-izquierda, el cual la revisará para evitar la presencia de hombres «sospechosos» de corrupción.El nuevo Gobierno se presentará ante el Parlamento el miércoles próximo. Ayer, los tres partidos que van a participar en el nuevo Gabinete -democristianos, socialistas y republicanos- reunieron a sus órganos- dirigentes para poner punto final a la crisis política. Las respectivas delegaciones de los tres partidos estuvieron tres días y casi tres noches en continuas reuniones para conseguir un programa común de Gobierno. Sólo en el punto económico el debate fue enconado, mientras en los asuntos de terrorismo y política internacional el acuerdo fue unánime.

Donde aún podrían surgir problemas a última hora es en el agudo y explosivo problema planteado por el presidente de la República, Pertini, que ha desempolvado un artículo de la Constitución que afirma que el presidente del Ejecutivo lo nombra el jefe del Estado, el cual «discute con él los nombres de los nuevos ministros». Pertini escribió una carta a Cossiga pidiendo que la leyera a las delegaciones de los tres partidos del nuevo Gobierno, en la que afirmaba tajantemente que deseaba poner en práctica dicha prerrogativa y que por eso les pedía ya de ante mano que no presentaran como ministros a hombres políticos «sospechosos de ser poco honra dos».

Decía también la carta que el presidente del Gobierno no debería tampoco tener en cuenta la compleja alquimia de los grupos de poder internos a los partidos (sobre todo a la Democracia Cristiana y que debía escoger a los hombres más preparados.

Republicanos y socialistas aplaudieron en seguida la decisión de Pertini mientras que los democristianos la criticaron en voz baja. Alguien llegó a comentar que era una ofensa a los políticos, ya que, mientras la Magistratura no haya demostrado que un político es culpable de un escándalo, hay que presumir que todos son igualmente «honrados» y dignos de ser ministros. Pero el aplauso mayor al anciano y respetado Pertini lo ha dado la opinión pública. En la capital aparecieron ayer carteles que decían: «Pertini cierra el paso a los ladrones. » Los republicanos, con un gesto de elegancia, han presentado al jefe del Gobierno, Cossiga, la lista de todos los diputados y senadores diciéndole: «Escoja usted a los que quiera.»

Existe no poca curiosidad por saber si, por lo que se refiere a los ministros democristianos, entrarán de verdad nombres nuevos, y no los santones de siempre. Un famoso cómico italiano representó en la televisión lo que significa en realidad un cambio de Gabinete: veinte señores corren alrededor de una mesa. Cuando el presidente decía «alto», cada uno se sentaba en la silla que tenía más cerca.

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