Noche de violencia y terror en la ciudad inglesa de Bristol
Treinta heridos, entre ellos veintiún policías, tiendas destruidas, coches incendiados y comercios saqueados constituyen el trágico balance de una noche de violencia y terror registrado en la ciudad inglesa de Bristol, como consecuencia de un enfrentamiento entre un nutrido grupo dejóvenes y la policía local. La magnitud del en frentamiento y las escenas de violencia y destrucción registradas han dejado anonadados a los millones de habitantes de este país que se disponían a iniciar el largo fin de semana de la Se mana Santa, que se prolonga en Inglaterra hasta el martes.
Los sucesos se desarrollaron en el distrito de St. Paul, una especie de «barrio chino» de la ciudad portuaria de Bristol, poblado principalmente por negros de origen jamaiquino; sin embargo, sería erróneo calificar a los incidentes corno «enfrentamientos raciales», ya que en la batalla campal desencadenada y en el subsiguiente saqueo participaron por igual jóvenes negros y blancos.En opinión de testigos presenciales, se trató de una agresión de la juventud, desencantada por la falta de trabajo, contra «la policía y las instituciones». Hasta el momento, no se habían registrado en Bristol disturbios de este tipo, y la ciudad tiene a gala no tener problemas raciales de ninguna clase.
Todo comenzó a última hora de la noche del miércoles, cuando varios policías se presentaron con una orden de registro en el restaurante The White and Black Club (El Club Blanco y Negro), propiedad de una jamaiquina. La autoridad tenía aparentemente sospechas de que en el restaurante, que no tiene licencia para servir alcohol, se consumían bebidas alcohólicas, y entre los clientes circulaba algún tipo de droga.
La policía intentó llevarse al dueño a la comisaría. En este momento los clientes, en su mayoría jóvenes, trataron de impedirlo. El incidente degeneró en una verdadera batalla campal, que inmediata mente se transmitió a la calle, don de esperaban algunos refuerzos de policía. Minutos después, la policía era rodeada y atacada por una multitud de jóvenes con ladrillos, piedras y cascos de botella.
Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, el jefe de la policía local decidió retirar las fuerzas y esperar la llegada de refuerzos.
La calle quedó en poder de los jóvenes durante cuatro horas. En opinión de los testigos presenciales, los jóvenes enloquecieron. Primero se dedicaron a prender fuego a los coches de policía abandonados, a continuación quemaron varios establecimientos de la localidad, entre ellos una sucursal del Lloyds Bank y, por último, arrasaron todas las tiendas que encontraron a su paso, llevándose todos los artículos que encontraron en su interior. Del supermercado local sólo quedaron las estanterías vacías como testigos mudos del saqueo.
Poco después de media noche, más de cuatrocientos policías armados de cascos y escudos y otros medios antidisturbios llegaron al lugar de los hechos y consiguieron dispersar a la multitud. Los cascos de botellas, los cascotes y las latas cubrían las calles hasta la altura del tobillo de las personas.
Los comerciantes locales ha expresado su indignación ante la retirada de la policía y han acusado a la fuerza pública de no proteger sus propiedades. Pero el jefe de las fuerzas locales ha defendido su acción alegando que tuvo que escoger entre proteger la propiedad privada o las vidas humanas, y que decidió por lo segundo. «Si la fuerza se hubiera mantenido no hay duda de que se habrían producido víctimas», declaró Brian Wigh, superintendente de la policía local. El ministro del Interior, William Whitelaw, declaró en el Parlamento que «los sucesos nos han sorprendido a todos, debido al magnífico récord de Bristol en cuanto a las relaciones raciales», y añadió que se nombraría una comisión de encuesta tan pronto se hubieran recibido los informes completos.
Algunos achacan el estallido de violencia a la frustración de los jóvenes de la zona ante las condiciones sociales y la falta de trabajo, que se traduce en un rechazo de cualquier forma de autoridad. Pero los incidentes de Bristoi, como los de Notting Hill Gate, en Londres, hace unos años, demuestran, sobre todo, que Inglaterra hace tiempo que dejó de ser una sociedad exclusivamente blanca para convertirse en multirracial, hecho que todavía no es aceptado por una gran parte de la población
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