Cartas al director

En defensa de la fiesta nacional

No deja de ser significativo el hecho de que la mayor parte de las críticas negativas a la fiesta nacional provengan, como se desprende de ellas, de personas con un profundo desconocimiento de ésta.Aquellos que hablan de que «una minoría de españoles dejaría de herir en su sensibilidad al resto de sus compatriotas» si la fiesta desapareciese (EL PAIS, 5-1-1980, Cartas al director), parecen ignorar que el toreo moderno es el fruto de sucesivas evoluciones de primitivas manifestaciones taurinas, marcadas por un pueblo, en consonancia con sus peculiaridades e idiosincrasia. Y son, precisam...

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No deja de ser significativo el hecho de que la mayor parte de las críticas negativas a la fiesta nacional provengan, como se desprende de ellas, de personas con un profundo desconocimiento de ésta.Aquellos que hablan de que «una minoría de españoles dejaría de herir en su sensibilidad al resto de sus compatriotas» si la fiesta desapareciese (EL PAIS, 5-1-1980, Cartas al director), parecen ignorar que el toreo moderno es el fruto de sucesivas evoluciones de primitivas manifestaciones taurinas, marcadas por un pueblo, en consonancia con sus peculiaridades e idiosincrasia. Y son, precisamente, los que no pueden o no quieren ver más que el sacrificio de un animal, olvidando que la tauromaquia es una de las más bellas manifestaciones artísticas, apareciendo, en los rriomentos más sublimes de las auténticas corridas, una trinidad toro-torero-pueblo.

Por tanto, argumentos como «la tortura a un ser noble e inocente» resultan tan simplistas como estúpidos, y más aún en una sociedad de consumo, donde constantemente se apela a la violencia y a la degradación del ser humano para vender un artículo, ganar unas elecciones o incrementar las ganancias con una película de cine.

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