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Moderada condena de Marruecos en la "cumbre" de los países no alineados

Los cien folios de la «Declaración de La Habana» han sido sopesados y medidos al máximo y constituirán un nuevo documento, lleno de declaraciones de principios, intenciones y recomendaciones difíciles de llevar a la práctica. Dieciocho años después de su primera reunión en Belgrado, los no alineados han comprobado durante dos semanas en Cuba que, aunque la pobreza, el desequilibrio y sumisión que sufren de los grandes de Occidente les unen, sus propios conflictos internos, incluso guerras fratricidas, su posición de dependencia de uno u otro bloque y su instrumentalización regional por las superpotencias (Egipto y Vietnam son claros ejemplos) provocan importantes disensiones en el movimiento.

El conflicto del Sahara ha sido otro de los ejes de desacuerdo de los no alineados. Este foro tercermundista, del que Marruecos, miembro de pleno derecho, temía una dura condena, sólo ha logrado deplorar la ocupación marroquí de Tiris el Garbia y recordar a Rabat que debe cumplir la última resolución de la OUA. También ha reconocido el derecho inalienable del pueblo saharaui a la autodeterminación. Aunque se recuerda que el problema de la descolonización del Sahara sigue pendiente, no se ha denunciado el «expansionismo» marroquí, como esperaban algunos.Por otro lado, México anunció ayer su reconocimiento de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD) -es el quinto Estado que lo dio a conocer durante la cumbre-, elevando a 32 el número de países que lo han hecho.

Marruecos se ha movido con gran habilidad diplomática en La Habana y su primer ministro sostuvo una entrevista a solas con Fidel Castro, el viernes. Ha sorprendido que el presidente argelino, Chadli Benjedid, heredero del testamento no alineado de Bumedian, abandonara Cuba sin dirigirse a la cumbre.

Los dos grandes -Estados Unidos y, de forma menos explícita, la Unión Soviética- han sido protagonistas de esta reunión. Es posible, como se oye comentar en los pasillos, que finalmente los únicos no alineados sean Washington, Moscú y Pekín. El Gobierno norteamericano ha recibido una verdadera «paliza» verbal y moral a lo largo de toda la cumbre. Parece claro que la Administración Carter trató de influir en su desarrollo y atenuar las condenas contra Estados Unidos.

El dirigente de Granada, Maurice Bishop, denunció que el secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, le había comunicado oficialmente que su asistencia a la cumbre sería considerada por Washington como un acto hostil. Tampoco fue muy hábil Carter al resucitar en plena cumbre el tema de la indudable presencia militar soviética en Cuba.

El bloque oriental ha estado aquí presente por Estados interpuestos claramente, Cuba y Vietnam, y todos los dirigentes socialistas han saludado a la conferencia en largos telegramas, reproducidos íntegramente por la prensa cubana.

A pesar de estas «interferencias», el movimiento ha hecho un gran esfuerzo por afirmar su propia personalidad, aunque esto sea de una forma negativa: definiciones de antiimperialismo, antirracismo, anticolonialismo, antisionismo.

Si la solución final, como parece, es de compromiso, Cuba ha intentado comprometer al movimiento en una política de presencia activa y militante en la escena política internacional. El liderazgo de Fidel Castro, que conducirá a los no alineados durante los próximos tres años hasta la séptima cumbre en Bagdad, haquedado confirmado. A este respecto se ha librado una lucha muy dura por la composición del buró de coordinación, órgano ejecutivo del movimiento.

Latinoamérica

Cuba está dispuesta, según todos los indicios, a jugar fuerte, y la situación en Latinoamérica, después del triunfo de la revolución nicaragüense, le va a ayudar en este propósito. El Caribe, Jamaica y Granada, claramente alineados con Cuba, ha hecho oír su voz con fuerza, y se confirma como una nueva zona de «desestabilización» para los intereses norteamericanos.

Esta situación de hecho, unida al carisma evidente de Castro y a la capitalización del activismo internacionalista de su país, convierten a Cuba, en la práctica, en la ganadora de esta cumbre.

Fidel Castro ha sido el gran protagonista -su discurso inaugural, bronco, pero sincero, será recordado por mucho tiempo-, otros tres hombres han destacado aquí con luz propia.

El viejo presidente Tito de Yugoslavia, que vino hasta La Habana para presentar su testamento político y recordar, ante la irritación cubana, que el factor de independencia y no intervención es la clave de la no alineación. Yugoslavia y Cuba han librado una lucha sorda en la conferencia, que posiblemente haya ganado Cuba a los puntos.

El primer ministro de Vietnam, Pham Van Dong, ha sido otro de los «grandes» en La Habana. No tuvo pelos en la lengua para respondér al «padre fundador» del movimiento, Tito, que la insistencia en la independencia de los bloques como supremo objetivo «nos desvía del fin antiimperialista y va contra los intereses de nuestros pueblos». El líder vietnamita también fue muy claro al afirmar que el movimiento debe tener una solidaridad activa con el bloque socialista.

Por último, en otro plano, Julius Nyerere, presidente de Tanzania, que tiene un gran prestigio en Africa, hizo un llamamiento para que no se divida: a los no alineados en progresistas y moderados, lo que sólo serviría para escindir el movimiento.

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